sábado, 27 de febrero de 2010

EL TEMPLO DE LO INVISIBLE.


En su libro En los labios del agua (Alfaguara, 2005), ARS cuenta cómo Aziz escribió su Tratado de lo invisible en el amor, un ensayo hacia llegar a su amor, Hawa. Al parecer, Aziz pensó en titular sus libros con algunos versos de un poema muy conocido en Mogador:
Muerde mis labios
y quédate en ellos
como
los nombres del aire
en los labios del agua.
Tócame la lengua
y arde cantando
como
la danza del fuego
en la piel de la tierra.
Este libro trajo como consecuencia que el emir de Mogador (también sonámbulo) mandara construir un palacio (hoy ya destruído) al escucharlo de los labios de una de sus amantes. El palacio debía tener la imagen concreta de sus palabras ondulantes. De India, donde visitó los templos de Khahurajo, inspirados bajo la dinastía Chandela, en el estado de Madhya Pradesh, donde esa casta gobernante se decía descendiente de la luna, recordó sus imágenes eróticas, de amores sinuosos y eternos. En su religión, hacer el amor era indispensable. Y fue por ello que el emir decidió construir el palacio, recubierto de versos amorosos, en una de las playas de Mogador. Lo llamó El Templo de lo Invisible.
Aunque Hawa no pudo contemplarse, múltiples Hawas fueron cinceladas y colocadas en todos los extremos del palacio.Él, Aziz, supo que era el templo de su amada, aunque no puede verse en su libro. La estructura del edificio fue en espiral, de tal forma que cuando se entraba en él se fusionaba con los hombres y mujeres que participaban en el ritual del deseo, porque el palacio era el deseo y todos sus habitantes lo creaban en su esencia.
Hoy, seguro, en la Plaza del Caracol se continua hablando de aquel palacio, de lo que escribió Aziz que pasó en él y de lo que deseó fuera escrito en la piel de su adorada Hawa. Los tonos de las voces emergentes de los labios de sonámbulos calman al eterno amanteamado que persiste en el cuerpo de otro amadoamante para llegar a ser uno con su Hawa.

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