lunes, 28 de octubre de 2013

SENTIDOS QUE SIGAN SIÉNDOLO

"Los nueve niveles de la escalera iluminada" es el lenguaje que algunos seres, en abundancia, los del sexo femenino, utilizan para equilibrar su interior con el amado, según cuenta ARS en su libro En los labios del agua. Más que explicarles qué significan, preferiría que lo leyeran ustedes de primera mano, que fueran sintiendo que alguna vez también ustedes lo han degustado, se han hecho con la liturgia que precisa todo viviente para seguir siendo tal. Los Sonámbulos saben de su curiosidad biensana, de la gramática de la existencia que enseña cada día palabras nuevas, meciendo sus sonidos y tactos para que sigan siendo... sentidos.

jueves, 24 de octubre de 2013

DE VENENOS Y ANTÍDOTOS


¿Por qué son los ojos, es la mirada, de la desconocida lo que más habla sin emitir sonido alguno, y en cambio sostiene el eco de su diálogo hasta que deja de ser usada...?. Sus señales, sus códigos, desordenan cualquier palabra que pueda ser utlizada. 
Hay lugares en los que cualquier suficiencia se torna en incapacidad ante un atisbo visual de unos ojos azabaches que como serpiente en un laberinto mental se introduce hasta descubrir su interior y dejar una duda, o una identidad, ¡qué más da!. 
Me cuentan que desde pequeñitas observan y reciben las enseñanzas de las mujeres de su alrededor que dicen sin decir cómo preparar ese veneno del que es tan complicado hallar el antídoto, que enamora y condiciona la vida del amadoamante hasta que conduce su sed al único manantial en el que beberá desde entonces.






lunes, 21 de octubre de 2013

COMO CUERPOS QUE SE MANTIENEN Y CAMBIAN.


Samarcanda, Tombuctú, Constantinopla... siempre han atraído al Sonámbulo. Principalmente por lo que enmarcaban en su sonido, en su rotundez fonética. Será que nunca le gustaron esos medios sonoros ruidos, como son los silencios imperfectos de la oscuridad de los ciegos. Se imaginó conociendo los lugares dueños de su temprano asombro. Pero la realidad le hizo desistir y apenas uno de ellos guarda decadentemente lo que un día fue... Y a él vuelve cuando puede en busca de ese momento detenido, ese silencio aprensivo que se guarda para no romper el equilibrio de los reencuentros, distintos y nunca fugaces, con el qué o el quién. Y cada vez la encuentra igual y distinta, como los cuerpos que cambian de peso según el momento elegido, forzado, llevado a, sentido como. Y es que las ciudades siempre son como el/la amado/a amante, con una memoria que mendiga no se le olvide, se le mantenga viva para continuar viviente.