sábado, 25 de junio de 2016

MOMENTOS SIEMPRE SENTIDOS


Escribe ARS en Los nueve bonsáis en su nº 3:


Soy esa agua terca
que busca de noche y día
todas tus raíces.

, y en su nº 7, cabalístico siempre:

En tu sol negro
con ansia me devoras
grito encendido.



Y entiendo su lenguaje, sereno y enérgico, líricamente prosáico, pero nunca ordinario ni aún menos tosco. Entreteje su pensamiento delirante siempre teñido de deseo, jamás indiferente, y progresivamente templado de pasión silenciada a los cuatro vientos por palabras que han de esforzarse en ser leídas, reflexionadas, entendidas y llevadas a cada propia vivencia. Los momentos perdurables, miradas, tactos, sonidos siempre inmortales  ayudan a devorar esa vida de la que algunos/as tardan eternidades en despertar...  Ayuda desvivir la vida para aprender a vivirla el tiempo que resta.

Alguien me dijo que si supiera que no iba a morir, escribiría menos...

sábado, 18 de junio de 2016

SERÁ SIEMPRE POSIBLEMENTE.


Existen desasosiegos que se oyen al ser pensados, y la mayoría de las ocasiones acompañan a la presencia de una soledad malentendida, clavada como una presencia maldita, extranjera en una penumbra interna que busca la luz. Los veo siempre como desterrados en la frontera de un duelo titubeante, mañana de resaca que vomita tristezas y abandonos orales... Es ese silencio empolvado de remordimiento fatuo en forma de fauces malolientes intentando ahuyentar el aroma a madreselva y manzana de un tiempo pasado. Merece la pena ser,  recordar sus dos sonrisas, las que justifican o justificaron momentos dibujados en húmedas pieles hambrientas de contacto, amnésicas de palabras y la que tatuaron la atracción a la que todos se muestran o mostraron cercanos, atraídos por su letal aroma a infinito.

sábado, 4 de junio de 2016

Y ENMUDECIÓ EL TIEMPO


La gastronomía convence a quien atisba las variantes del olvido, le resitúa en el complot que los sentidos ejercen sobre su cuerpo, cementerio de escrituras e imágenes que son ya amarillentas páginas de neuronas aristotélicas. El simple paladear aquella anónima receta le lleva a una imagen, a un olor, a un sonido que le hizo llaga eterna y eternizante. Jamás tanto prosaicismo conduce a tan grande mundo de ensoñaciones, de resplandores...
Ese silencio sella pactos con uno mismo hasta vencer la coyunda del vacío de la noche, como la espesante memoria del derroche de oleajes y truenos que hoy acompañan el camino de cualquier Sonámbulo que se adentre en su propia memoria.