domingo, 27 de febrero de 2011

TATUAJE 2011


En Nueve veces el asombro, ARS escribe: "Dicen que todos en Mogador nacen con la piel tatuada muy a fondo. Desde la uña más larga del pie hasta el último cabello. Pero casi no se ve: de esa escritura profunda y muy escondida flotan a la superficie de la piel, sólo por error, algunos desprendimientos en forma de manchitas o lunares que las parteras buscan con esmero en los recién nacidos. Si los encuentran gritan de júbilo (hacen ese bello canto gutural que llaman "yuyu"). Las manchitas son anuncio de que ese recién nacido sobrevivirá: "porque está caligrafiado". Tiene futuro. Es como casi todos en Mogador, que nacen cubiertos de pequeñas y grandes predicciones y amuletos. Llevan también trozos de leyendas escondidos entre los dedos de las manos y pies, cartas de amor y poemas, muchos poemas. Así, cada nuevo ser es sobrevivencia y renovación cretaiva de tradiciones, de culturas vivas y pasiones compartidas. Y dicen también, aunque con menos certeza, que una o más novelas míticas pueden surgir de pronto, en algunos, abajo de las uñas".
Es interesante intuir e incluso llegar a reconocer que nuestro futuro, nuestro camino, está ya antes designado, escrito sobre nuestro yo, y que nos deja jugar a creer que somos nosotros quienes orientamos los mensajes que enviamos en vida. ¿Serán esas conductas inexplicables ante lo que aparece ante nosotros de forma desconocida, impactante, lo que quiere decir ese tatuaje de sensaciones de las que hablan en Mogador...?. ¿Será duradero lo que lúcidamente, un día, una noche nos preguntamos...?. Angel González, el poeta, pesimista como todos, que escribió el extraordinario poemario NADA GRAVE, dice en él:
Lo que queda
-tan poco ya-
sería suficiente
si durase.
.
Y probablemente sea esa indiferencia la que marca muchos de los pasos de los fatigados humanos que dicen adiós en vida sin percatarse de la posibilidad de desvivirla viviendo. Buscan latidos rítmicos cuando los más ardientes son los entusiasmados arrítmicos e insosegantes, sed de fuego abrasador en los que Sonámbulos del mundo se buscan y reconocen sin apenas verse.

sábado, 26 de febrero de 2011

SUEÑOS SONÁMBULOS.



Él la miraba apoyando su espalda sobre la almohada. El sol que entraba por el balcón les había tomado por sorpresa. Medio incorporado del lecho que había compartido contemplaba su sosegado dormir. Se acercó para cerciorarse que estaba... y sí. ¿En qué sueño se encontraba? -se preguntó-¿Estaba en él? -volvió a interrogarse-. Y recordó, en cambio, la realidad de una alcoba amotinada, danzas de asombros y gimiente como el gozne oxidado de una puerta.
-No despiertes aún, no despiertes si no has esquivado los profundos gerundios del amor...
Dice el poeta que si es cierto que los sueños son respuestas a todas las preguntas que estuvimos haciéndonos antes de nacer, la lírica sería la réplica a ese inetrrogante que ha quedado aún sin contestar.
Los Sonámbulos creemos en los sueños. No como creyera Freud, que también se equivocaba... pero sí como consideran los que aseveran que sería muy triste que la mecánica orgánica respondiera automáticamente a los impulsos de una maquinita. Los Sonámbulos vemos las llamadas inquisitorias de nuestras búsquedas en forma de placeres que la vida nos ha puesto delante para ser aprovechados. Unos lo llaman simple hedonismo, otros... vida. La caducidad de nuestra existencia hace que busquemos y busquemos respuestas a preguntas en ocasiones no hechas, pero las más intuídas, con colores, con sonidos, con miradas...
Me contó un halaquí una canción antigua de Mogador que dice:
Muy adentro acogería
lo que no ví que venía
y que me puso a gemir:
hecha fantasma, tu mano:
Date cuenta que no duermo:
dejaste tu huella dentro,
sembraste tu palma en mí.
En Mogador, de Mogador, habla ARS cuando escribe que :
Había un contador de historias enamorado locamente de una jardinera. Era un río de palabras. Agua sonámbula. Era un cuerpo antes, después, ahora.
Érase una vez un río que me llevaba hacia el corazón de mi amada, entrando por sus ojos, entre sus piernas, por su boca, por sus manos abiertas.
Y estaba también por la huella roja que su mano dejó sobre su puerta blanca. Puerta que se abre hacia lo invisible, hacia lo indecible del amor. La mano de fuego.
Los sueños son realmente gritos magnéticos que se asoman a nuestra realidad de una manera sutil, sin ruido, solamente con intuiciones, como los ojos de todas las Fatmas, todas las Hawas que habitan junto a nuestras pieles y liberan sus feromonas cultivadas.

lunes, 14 de febrero de 2011

AVES MIGRANTES...


Mientras este fin de semana veía las aves en el humedal imaginaba que alguna de esos cientos podría provenir de Mogador. Oía sus graznidos y me recordaban a las gaviotas Cola de Luna, los Pavos de Agua, los Cuernos Rojos, las Cigüeñas Friolentas o las Aves Enanas que revolotean alrededor de las barcas amarradas golpeándose unas con otras o contra los leños del muelle, mientras la imaginación volvía a llevarme con Fatma en un casi otoño cuando recibía el viento salado del Atlántico en sus labios, oía el viento entre los arrecifes y sus ojos se perdían en la línea uniforme del horizonte. Su ventana no era solamente una ventana. Era la continuidad de una ilusión, el desembarco de un deseo sobre las olas que imaginaban ser suplentes de realidades bloquedas y serpenteantes para dar sentido a su existencia.
La mirada de Fatma cambió un día y su comportamiento mudó de tal forma que exasperaba a hombres y mujeres que querían saber el motivo de tal mutación. Al no conseguirlo, interpretaban y llenaban sus silencios con las palabras de su propio gusto en aquella boca cerrada. Y ella se apercibía de las murmuraciones a su paso, de esas miradas inquisitivas y malintencionadas. Pero en ningún instante respondió. Sabedora de estar envueltos sus pensamientos de una invisible tela protectora que los impermeabilizaba de todo lo hiriente, se sentía serena mientras sus pies se humedecían con el agua del mar que lamía sus bien cuidados pies. Fatma, había tomado una decisión, la decisión, y sólo ella y su otro yo sabrían su contenido. Mientras, las aves levantaban el vuelo disputándose un pez caído de las barcas por los pescadores.
Como las que veía este sábado, tranquilas, sin apenas merodear el ambiente por sentir la seguridad que les proporciona saber que nadie les quiere mal eran aquellas ótras mogadorianas, las que posiblemente, como decía antes, podrían llevar algún adhesivo genético en su árbol genealógico que nos hablara de aquella mujer morena, aquel cúmulo de sensaciones que otrora fue Fatma...

jueves, 10 de febrero de 2011

EL LENGUAJE DEL CUERPO.



Definitivamente hay movimientos, gestos, que nos califican. Es inevitable.
Hablábamos de ello con otros miembros de la casta mientras catábamos un excelente té chai elaborado por un verdadero experto en saborear las cosas que verdaderamente merecen la pena, que en realidad son casi todas si se desea que lo valgan...
Con solamente ver caminar a una persona se puede intuir qué sentido tiene la existencia para ella... La velocidad que imprime a su paso, el ritmo de sus piernas, ¿camina por en medio de la acera o pegada a la pared?, ¿se acerca peligrosamente al bordillo...?, ¿cambia el paso con frecuencia o lo mantiene, incluso sorteando a los otros caminantes?, ¿se entretiene mirando los escaparates o impertérrita mira a poniente...?
Y si fuéramos muy puntillosos incluiríamos sus zapatos en la encuesta de esta anónima persona, ¿los lleva muy sucios o solamente usados...?, ¿el desgaste hace mella en sus tacones?, ¿el brillo ha desaparecido y su color ha dejado de definirse hace kilómetros...?, ¿cómo descansa los pies cuando está sentada, los deja de cualquier forma mientras lee el periódico o los mantiene paralelos al suelo...?.
Orgullo, vanidad, apego, aprensión, desprecio, egoismo o simple deseo se van transmitiendo por donde se pasa, de forma inconsciente, hablando a quien quiera escucharle sus esbozos temperamentales, sus propios instrumentos musicales con los que crear música armoniosa... o no. Los gestos nos poseen y nos fuerzan a decir lo que con palabras nos cuesta. Se nos adelantan a nuestras opiniones, nuestros fanatismos o nuestros deseos.
De alguna forma, y siguiendo con la temática digital (de dedos) de los que hablé hace dos entradas, le sucede algo similar a nuestro tercer dedo, el llamado cordial o mayor. A diferencia de sus vecinos, el anular o el índice, se deja ver antes, parece querer ir siempre abriendo camino, se adentra antes en quien ve nuestra mano. Tal vez por ello se le atribuyen cualidades de búsqueda, tanto interna como externa. Es también el dedo musical cuando llega la hora de tamborilear, e incluso provoca sonido cuando se le junta al pulgar recordando el sonido de castañuelas. Y es según muchos el instrumento esencial en provocar la sonrisa ayurvédica más generosa. En algunas culturas, al dedo cordial se le relaciona con Saturno, por lo tanto con la concentración, la fijación y la inercia. Pero también es el dedo de la melancolía, como dice ARS, de la reflexión e incluso de la duda. Y de la memoria profunda: re-cordar es volver a tocar con el corazón.
Como puede verse, somos seres expuestos en plaza pública, por mucho que pensemos que no es así... Posiblemente la respuesta esté en ver más y mejor. Dice Kodo Sawaki: "La oscuridad de la sombra del pino depende de la claridad de la luna".

domingo, 6 de febrero de 2011

ARTE


Como para cualquier acto que se precie de inteligente, el auténtico goce de cualquier arte auténtico requiere sinceridad y soledad, al menos interiores. Solo con la certidumbre de que el arte está en nosotros y a la vez por encima, adquirirá su valor verdadero, que en poco tiene que ver con su precio, que éso depende siempre del mercado, o mejor aún de quienes mercadean para su propio interés. El verdadero artista nunca se miente a sí mismo. Aún nadando contracorriente se aparta del camino que sus vísceras le guían. De nada vale quien gusta a todos sino por ceñirse a la cortesía de muchos ojos. Siempre ha de haberse endurecido con las críticas miradas de quienes no entienden sus latidos. Para entender a cualquiera ha de haberse caminado tiempo con él. Los flechazos anímicos solamente surgen cuando las carencias existen en ambos lados, y lamentablemente no es lo más común en nuestro ambiente.
El arte, el que sea, puede que no esté en lo que se nos guía desde los anaqueles sino en esa armonía que seda o anima a seguir intensificando esa imaginación que hace único a quien lo encuentra. En cualquier cultura a la que se tenga opción de conocer se encuentran vestigios de epidosios a los que alguien se empeñó en mantener. Y nos agrada que sea así porque nos alejan de la vulgaridad de lo que, en muchas ocasiones, nos rodea. Pienso que no es necesario (aunque podría serlo, debería serlo...) cultivar el camino, bastaría con no contaminarlo con la ordinariez.
Los Sonámbulos son refractarios al síndrome stendhaliano, sienten pero nunca padecen por lo que les genera reconciliación con lo amado.

sábado, 5 de febrero de 2011

VIENTO Y DEDO MEÑIQUE...




Para los Sonámbulos el viento es una piel arrebatada a otros y que vaga hasta decidir enrollarse en pieles cuya sensibilidad sea del mismo carácter, la misma repercusión vital que suponga oportunidades compartidas, identidades casi idénticas. Ese mismo intérprete meteoropático les lleva sonoros sonidos que tan solo ellos logran interpretar. Son palabras dichas desde muy lejos por otros integrantes de la casta que les acercan, dulces sílabas pronunciadas con calor y musicalidad que ayudan a encontrarse cuando se tornan a oir. El viento acompaña a los de la casta allá a donde vayan y de alguna forma le echan mucho de menos cuando pasan días sin ser acariciados o incluso golpeados por hacerse presente. Sin embargo, en ocasiones se obstruyen esas bocanas de entrada a misterios por descubrir, por tierras, sales o aguas que entran sin permiso.

Me contaba un Sonámbulo en Mogador que ellos se "destaponaban" esa parcial sordera con el dedo meñique, el quinto, el más discreto, lo calificaba. Es el dedo en el que prefieren pensar quienes desarrollan el placer de narrar y escuchar historias en público. En otras ocasiones es el dedo de la consideración y la sutileza. En algunas culturas lo llaman el hijo de los otros dedos, contaba una vez ARS en La mano de fuego.

Me confesó también que en una tribu nómada africana, chuparse el dedo pequeño frente a una mujer es el mayor elogio que se le puede hacer, y que si ella le devuelve ese gesto, esa noche viajarán estrellas de una oscuridad a la otra de sus cuerpos. Se le considera el dedo de los apetitos de todo tipo pero especialmente de los carnales. Y también es el dedo de la magia, de los deseos secretos, de la delicadeza, posiblemente por lo escondido que queda cuando se maneja la mano o se descansa, igual da.

Y mantienen en otras tierras, que el dedo meñique es la última parte del cuerpo que muere. Sería la síntesis de la vida. Es por tanto, el dedo de lo extremo, lo que está más allá de lo visible y de lo invisible, el dedo de lo que no se puede explicar, o lo que es también, de los misterios del amor y del éxtasis que él ocasiona.

Conforme el camino más se abre ante mí, mayor es el conocimieto que sale a mi encuentro. Es difícil señalar algo que acompañe nuestra existencia que no desprenda una información que regalarnos. Encontrarnos con los otros siempre es aprendizaje, poliédrico sí, pero aprendizaje al fin. Me contó un monje en Myanmar un proverbio: Los maestros abren la puerta, pero eres tú quien debe atravesarla.