lunes, 14 de febrero de 2011

AVES MIGRANTES...


Mientras este fin de semana veía las aves en el humedal imaginaba que alguna de esos cientos podría provenir de Mogador. Oía sus graznidos y me recordaban a las gaviotas Cola de Luna, los Pavos de Agua, los Cuernos Rojos, las Cigüeñas Friolentas o las Aves Enanas que revolotean alrededor de las barcas amarradas golpeándose unas con otras o contra los leños del muelle, mientras la imaginación volvía a llevarme con Fatma en un casi otoño cuando recibía el viento salado del Atlántico en sus labios, oía el viento entre los arrecifes y sus ojos se perdían en la línea uniforme del horizonte. Su ventana no era solamente una ventana. Era la continuidad de una ilusión, el desembarco de un deseo sobre las olas que imaginaban ser suplentes de realidades bloquedas y serpenteantes para dar sentido a su existencia.
La mirada de Fatma cambió un día y su comportamiento mudó de tal forma que exasperaba a hombres y mujeres que querían saber el motivo de tal mutación. Al no conseguirlo, interpretaban y llenaban sus silencios con las palabras de su propio gusto en aquella boca cerrada. Y ella se apercibía de las murmuraciones a su paso, de esas miradas inquisitivas y malintencionadas. Pero en ningún instante respondió. Sabedora de estar envueltos sus pensamientos de una invisible tela protectora que los impermeabilizaba de todo lo hiriente, se sentía serena mientras sus pies se humedecían con el agua del mar que lamía sus bien cuidados pies. Fatma, había tomado una decisión, la decisión, y sólo ella y su otro yo sabrían su contenido. Mientras, las aves levantaban el vuelo disputándose un pez caído de las barcas por los pescadores.
Como las que veía este sábado, tranquilas, sin apenas merodear el ambiente por sentir la seguridad que les proporciona saber que nadie les quiere mal eran aquellas ótras mogadorianas, las que posiblemente, como decía antes, podrían llevar algún adhesivo genético en su árbol genealógico que nos hablara de aquella mujer morena, aquel cúmulo de sensaciones que otrora fue Fatma...

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