jueves, 30 de julio de 2020

OSCURIDADES


Le oyó decir a aquella hechicera del gozo que abrazaba la ausencia de su amadoamante en el doble filo de sus lágrimas, observando la oscuridad de la noche, tentando con sus manos el calor de su cuerpo entre las sábanas. La oscuridad, pensó, carece de cuello para besar y descansar el día, priva del vuelo de unas piernas entrelazadas que se desperezan en la madrugada, de brazos que acaricien esa soledad a la que se desprecia cuando se posee voluntariamente, incluso carece de sílabas guturales que sumerjan sus sutilezas bajo el sabor de la traspiradora lluvia sensual de pieles hipertérmicas que conduzcan ácidos sabores generados por glándulas vivas y deseosas de seguir siéndolo sin límites. 
La oscuridad impide alargar el beso desaforado y pausar la caricia hasta el vórtice de la tormenta... y fundamentalmente disuade ver esa imagen de ánimo habitado a fuerza de desvelo hiriente que jalea neuronas con memoria perpetua que devuelven instantes eternos. Penumbras agobian al Sonámbulo de la avidez desaforada de observar gestos y conocer más profundamente a su amadaamante sin saber que cualquier pasión siempre se acompaña de sombras, esa información que ya siempre le acompañará cuando escriba el libro de su vida.

miércoles, 22 de julio de 2020

SIEMPRE FEDERICO


Leo como un alumno deseoso de aprender a Federico. Le escucho contar que aquella noche corrió el mejor de los caminos, montado en potra de nácar, sin bridas y sin estribos. Y sucia de besos y arena se la llevó al río. Con el aire se batían las espadas de los lirios... Y acunándose en su ilusoria conversación imaginada deja el Sonámbulo su soledad entre los libros, sus obras sangrantes de aquellos 30s que nadie comprendía y hoy son tan predecibles...Abre la puerta el Sonámbulo a los oráculos y quema su alma con el fuego del salmista, como aquel que vio y escuchó a orillas del Ganges en una noche anaranjada inundada de aromas indescifrables, sonidos indefinibles. Todas las noches intenta apiñar inútilmente los residuos del día, distanciar inhumaciones de nacimientos y ofrendar conjuros de apremiantes clandestinos deseos por ser creados. 
Siente recuerdos gimientes emanados de desnudos cuerpos frágiles como la libre tierra, letras hechas de lágrimas inclasificables provenientes de roces de cuerpos que desvelaran vivir antologías poéticas y ser reos de sentimientos despertados de simulacros duermevelas. La seducción que la memoria adeuda a aquellos instantes no son amnesias involuntarias, son erosiones de una historia refugiada en un cuerpo cada vez más desgastado pero deseoso de miradas deseantes.