domingo, 29 de mayo de 2011

CAMBIOS.

Entender los cambios que la persona siente debe ser posiblemente el acto más inteligente que le acompañe. Creo que transformarse en otro nuevo, en algún instante de nuestra vida, es sorprendente para uno mismo. Saber que se suelta lastre para avanzar en tu camino es sabiduría. Lo he dicho en otras ocasiones: conocerse es el fin. 
En los sesenta, Mogador se llenó de éstos. No se entendía lo que más tarde sí se entendió. Serían maneras distorsionadas de cómo se ha hecho más tarde, sí, sin necesitar estímulos químicos para tener la conciencia del momento. Se aprendió a buscar el razonamiento de forma natural.

Leí una vez de Natsume Soseki que: Cuando la lámpara se apaga, las primeras estrellas entran por la ventana.

¿Por qué Mogador se eligió y se elige para metamorfosear nuestros espíritus?. 

Probablemente cada uno sienta su deseo para acudir a la ciudad de los sueños pero lo que sí es concluyente es que la unidad de criterios tras conocerla es una realidad. Por algo será. Posiblemente porque se muta, se cambia.

sábado, 14 de mayo de 2011

POETA



Cuenta el poeta en su último libro, por el momento,  Un invierno propio (L. Gª Montero):

La historia de mis días
me ha hecho partidario de vivir
largas noches de amor,
y morir en naufragios repentinos.

.../...
Y finaliza con:

Aprender a vivir se parece al deseo
de morir en naufragios repentinos.

Imagino que sin saberlo, el poeta es un integrante más de la casta.
No hay nada más emocionante que andar en busca de ese amor que aturda, que llegue casi a incomodar por el irreverente deseo de la posesión. 
El amor, como dice el sabio, cuando se encuentra, hay que hacerlo ...o no lo es.

domingo, 8 de mayo de 2011

PIEL

Me preguntan el motivo de poner fotografías de mis viajes sin que deban tener estricta relación con el blog. Les digo que todo tiene relación con todo en nuestra casta, que cualquier insignificancia no lo es si se sabe ver y no mirar...


Los sentidos se poseen (SE POSEEN) para ser usados de la forma que cada interior comprende han de usarse.



Mogador se está preparando ya para su festival de gnawa, allá para junio, con la parsimonia e improvisación justa. Dicen que la esencia de esta música proviene de la percusión de sus tambores, de la piel que utilizan en su confección, de sus derabucas que hablan de un pasado que se hace presente.



Me contó ARS y lo escribe en Nueve veces el asombro, que mantienen los más mayores mogadorianos que la piel tiene un nombre que es sinónimo de tambor, y que hace siglos, antes de sepultar a un muerto, le quitaban su piel y hacían un tambor con ella y que por ello algunas casas muy antiguas tienen colgados unos tamborcitos a los que veneran con devoción y ocasionalmente los descuelgan y hacen sonar como muestra de respeto. Con frecuencia son colocados donde los vientos alisios entran con fuerza a la ciudad desde el mar y los sacuden mostrando notas hondas, tenues y acompasadas. Por eso a este tipo de viento del atardecer lo llman Viento Réquiem.



Me pregunto si el éxtasis al que se llega con la primitiva percusión gnawa es producto del sonido de espíritus pretéritos que una vez al año se reunen para dar rienda suelta a sus pasiones, como las que los sonámbulos creen ver cuando el sonido de la piel por las yemas de otros se escuchan al ser acariciadas. La piel nos habla cuando poseemos o nos poseen, cuando deseamos o queremos ser deseados. Tocar, inducía mi ceramista de cabecera, Fernando, en una exposición magnífica de su obra terrenal: Tócame, se titulaba. Animaba a saber cómo se había hecho, como había llegado a respirar sus secretos, a conspirar con y contra él ... Y la única forma de saberlo era... tocando el barro cocido que la confeccionó, que la hizo hierática y pulsátil al mismo modo.

lunes, 2 de mayo de 2011

FLOR DE AGAVE


Leí en La mano de fuego, de ARS, casi al final, el episodio de la casi muerte de Ignacio Labrador Zaydún, cuando Jassiba se inclina sobre el yaciente cuerpo de éste para darle el postrer beso en su frente todavía humana, e instantáneamente, cuando su colgante, una pequeña mano plateada típica del norte de África, tocó sus labios, surgió un sonido como un quejido brotado de aquel cuerpo inerte. El olor profundo del aceite de argano que le habían puesto en la lengua llenó la habitación y habló y habló hasta la salida del sol...
Recordó Jassiba la flor de agave, esa flor sin mesura que nace una sola vez, justo antes de morir, del agave. Posiblemente por ello en los paises mediterráneos, agave significa noble, admirable. Revela la flor una exagerada contención de energía que pugna por salir y que brota de golpe cuando menos se la espera, cuando parece que su sino es estar siempre horizontalmente estable. Cuentan las leyendas que algunas agaves han tardado más de cien años en brotar su flor. ¿No querían morir o se habían preparado exahustivamente para ese momento?.
Si se ve desde la base parece que sus hojas son manos oferentes, manos sugerentes de pedir permiso para tomar el camino de ida sin regreso. En algunos lugares del mundo se llama a la planta "Manitas dorada", en otros "Ofrecida" y también "Mano en llamas". Pablo Neruda la llamó "floración suicida", tal vez la más explícita...
Ignacio Labrador Zaydun transitó de un continente a otro muy lejano para averiguar si sus deseos formaban parte de su historia o eran producto de devaneos mentales que en nada se asemejaran a la realidad, una realidad que permanece en las calles mogadorianas, producto del retorno constante de jassibas exorbitadas por placeres sensuales provenientes de jardines secretos. Nunca le temió a la distancia, cuerda imaginaria de deseos que él aprendería a templar, sino que imaginaba sería ella su manzana, su huerto de tranquilidad, su jardín más íntimo, como diría ARS en Los jardines secretos de Mogador, y quería estar ahí dentro, plenamente, feliz como Michaux en su diminuto huerto improvisado de Mogador.