lunes, 31 de octubre de 2011

CONFUSIÓN COMPLEMENTARIA



Los Sonámbulos, como bien dice ARS, no distinguimos entre la realidad y el deseo. Nos movemos porque deseamos, caminamos porque deseamos, nos alimentamos porque queremos seguir deseando lo que nuestras papilas gustativas nos han hecho desear. En ocasiones, incluso llegamos a confundir a las personas con las cosas en la virtud de que poseen el alma petrificada del ser que antes se hizo con ellas. ¿Deja impresa su huella de ilusiones deseantes mientras espera que no se diluya?, ¿sabe alguien de qué materiales consistentes y perdurables en el tiempo se confeccionan los deseos impresos en las cosas...?, ¿qué tienen los objetos que nos hacen recordar el camino emprendido...?, ¿y por qué lo seguimos...?, ¿será porque... sí?

domingo, 16 de octubre de 2011

LANGOSTAS DESEANTES



Que Mogador es la ciudad del deseo no escapa a nadie. Sin embargo, que incluso para seres tan primitivos como las langostas les sea conocido es una excepción, por el momento.

Cuenta ARS acerca de las bibliotecas mogadorianas y del deseo que emana de los libros, que hay algunos libros arrinconados en las sombras de las que brota un brillo muy significativo. Nadie se ha atrevido a abrirlos en dos siglos, desde la última plaga de langostas que azotó la ciudad comiéndose todo lo vivo. Cuentan que ellas, las langostas, atravesaron todo el Sahara sin alimentarse, sin poder alimentarse sino ellas mismas. Y fue Mogador la primera población que hallaron a su paso, sedientas y voraces, siendo su paraíso terrenal, su shangri-la.

Para ellas, según lo registra la Historia breve y portátil de las migraciones saharianas, Mogador fue y es la ciudad del deseo. Y es que un deseo puede ser ignoto por ignorado que existe hasta que el extremismo le llega por sorpresa, sea o no individuo. Más aún en él, obvio. Y es entonces cuando con el descubrimiento, el deseo, sea el que fuere, brota y salpica a todo lo que rodea. Le es nuevo por desconocido, inmaculado por recién alumbrado... ¡Que nadie me entristezca diciéndome que no conoce esa sensación...!

domingo, 9 de octubre de 2011

UNA VIDA DE FLORES


En un muro de la plaza de Mogador, un fotógrafo del lugar colocó las fotos de un cambio muy significativo de las colinas que rodean la ciudad y que hoy compartiré con vosotros, como antes hizo ARS.
En esas colinas, una mujer sembró unas plantas llamadas Esclavas del Arco Iris. Sus flores son exquisitamente brillantes, magníficas en su color único y perecedero porque duran solamente un día. Tras retirar sus pétalos secos, nace otra al día siguiente, distinta en color pero igualmente preciosa y deslumbrante. Hay personas que las siembran pero pronto abandonan el intento porque precisan una dedicación de la que ellos se saben no poder continuar... De allí su nombre. Esa mujer, Lalla, se tornó esclava de la flor, se integró en el significado de su nombre, y se viste cada día de colores distintos, también, para no desentonar con lo que le rodea.
Como decía, el fotógrafo exponía sus fotos a diario para observar el contraste de sus colores. Y fue que un pintor se colocó en el muro de enfrente de la plaza y pintó un mural con la visión del concierto de flores de las colinas. Por ambas exposiciones pasaron cientos de personas que opinaban sobre el acierto en captar tales cambios en la geografía mogadoriana, sobre su intensidad cromática o la veracidad de sus imágenes. A consecuencia de ello aparecieron poetas que declamaron esas virtudes con palabras de significado más lírico, de sentimientos más acusados, y como no podía ser de otro modo, surgieron aliados a cada significación. Y también los cocineros y reposteros tomaron partido incluyendo platos o dulces que tenían su opción en el nombre con el que los se bautizaron. En el puerto ya se puede pedir la bastila de flores del Arco Iris... Y hasta los músicos compusieron piezas musicales bajo una nueva tendencia musical: las canciones del Arco Iris. Incluso los músicos gnawas se influenciaron de esta preferencia.

Lalla, mientras tanto, vive de espaldas a estos dimes y diretes de la gente. Desconoce que lo hermoso impregna las almas de cualquiera que esté abierto a vivir con intensidad, desviviéndose... en su vida.