sábado, 28 de junio de 2014

VIVIR VIENDO

Se me olvidó donde leí que cuando se ama de verdad, la verdad no sale perjudicada. Es posible. Todo depende de que la otra parte creyera lo mismo. 
Son días de color blanco, ése que ocupa el centro de nuestra vida instantánea, refrendando vacíos unas veces, plenitudes otras, participando en todo lo naciente, todo lo extinguible, su certeza, su negación, blanco seminal de comienzos y de aturdimientos, de jardines por crear en esa urbanidad de las ciudades, fríos, inconstantes, de frugalidad y vivero estacional, que no estacionado. Ser jardinero debe ser un oficio magnánimo, de intentos estériles y de éxitos sonoros de colores, sentidos mezclados entre humedades y olores, todo sentidos, sentidos sentidos en toda su exquisitez, con toda su unicidad, como si las plantas y las flores le dijeran: cuando vienes, retorno a mí. 
¿Cuál sería el sentido del que nunca podrías prescindir le preguntaron al Sonámbulo...?. Tardó en responder.  Bastante. Todos me son útiles, pero tal vez... la vista. Vivir viendo. Para ello, entiendo, ha de sentirse deseante de seguir pasando páginas de la vida, aprendiendo constantemente a vivir con los recuerdos imborrables en lugar de tratar de convertirlos en olvido. Ya ves, he finalizado hablando de nuevo del olvido...

domingo, 22 de junio de 2014

DESEO MISTERIOSO


Hasta las horas llegaban con retraso. Se notaba la tarde aturdida ante aquel semillero de sopor que no había elegido, tan solo permitido entrar por la puerta postrera de mi espacio. Ni las ramas otrora bulliciosas  avisaban de que la vida se iba sin avisar, sin pedir permiso para desgastar los minutos reales que medían el cansancio de un inquieto corazón pasado... pesado... y posado sobre aquella hierba que me rodeaba. Y entonces fue cuando apareció ella, con sonido de seda, con tacto de terciopelo, con la humedad propia de quien regresa para saber de tí, de tus atormentados sueños entre el pasado y el presente, nunca en el porvenir. Y se tumbó delante, me contempló con una compasiva mirada, y sin hablar, sin emitir un solo rumor me bautizó con sus labios y aplacó el fuego con guirnaldas de violetas descendiendo por todo mi cuerpo, secuestrando mi mente de pensamientos de sombras. Me recordó los amores de otoño que traen vuelos de pájaros mojados, despertares difíciles y vaho en los cristales... Me rememoró a ella cuando mis sueños eran suyos y con alma de voyeur me adentraba en sus interioridades para saber de ellos sin pudor alguno.
Aquel bosque mediterráneo se había convertido por efecto del deseo en un bosque de luces oscilantes, vista distorsionada que no desfiguración, con unas manos ebrias de agonía de pretensiones sonámbulas, nunca sombras, siempre apetencia de que fueran injertos de vida para seguir siéndola... 
Y el misterio continuaba. 

miércoles, 11 de junio de 2014

AMBIGÜEDAD

Es recomendable buscar momentos en que separar la realidad y mutarla en deseo. Ayuda a caminar...
Los Sonámbulos son más proclives a sentir la realidad de forma más amplia, más perceptible, más deseante, ubicar el deseo en cada espacio de su actualidad, percibirlo desde la nebulosa que conoce y ansía de forma inconsciente, como todo lo que innecesariamente precisa esfuerzo para ser conseguido.
En todos los sitios hay huellas de una historia pasada, arrumbada y difícil, una historia en ocasiones sin nombre, en donde el mundo ha naufragado y se ha convertido en hogar.
Es tan difícil sentirse como tú dices... me respondió alguien una vez. 
Lo fácil parece complicado - le respondí- cuando damos la espalda a lo que había: laberintos, fosos y alambradas... pero compáralo con lo que antes tenías y has logrado huir, ¿qué importa el resto si a tu espalda no se oyen ya ruidos sino el rumor del gran azul golpear suavemente las piedras. Mójate los pies, siente la humedad del agua lamerte los pies mientras caminas mientras imaginas la terribilitá de la belleza de una figura de Miguel Ángel o recuerdas el Miserere de Bécquer: Fuerza y dulzura en una misma sensación. Reconoce la ambigüedad de todo, la conmoción que llevó a Marguerite Durás en la banda sonora de Alain Resnais a decir: Tu me tues. Tu me fais du bien. 
Hazlo y háblalo hasta que reconozcas que hay hechos que, aunque sean verdaderos, solo existen al ser narrados.

domingo, 8 de junio de 2014

PORQUE NUNCA SE REGRESA DEL TODO

Sucede a menudo que cuando viajas a un lugar todavía desconocido se piensa en quedarse para siempre, no regresar a rutinas en ocasiones quebrantes para el interior. Sin embargo, existen otros a los que se sabe, no se intuye, se sabe, que se regresará porque ahí queda algo o alguien que esperará tu regreso. Desde un aroma a un edificio, un sonido o una luz, unos ojos o una sonrisa... Todo empuja al deseo inaudible de ser una voluta de humo que se materializa, se quiera o no. Y todo provoca inspiración, todo manifiesta la avidez de querer hacerlo real, como si lo virtual se pudiera configurar en pasto de nuestro tacto... Otros, los más sabios, lo plasman en un libro, una pintura o una canción... como hicieron Vinicius de Moraes y Tom Jobim con Helô Pineheiro en su Garota de Ipanema... 
Siempre, de alguna manera, se deja la huella de lo que se pudo conseguir y no llegamos a materializar. Se hará más tarde, se conseguirá... si de verdad el deseo se manifiesta perpetuo, desafiando la importancia de tener por el de evadirse por caminos descubiertos pero manifiestamente cobijados por futuros que no harán historia, que solamente serán imágenes de delirios inacabados de fantasmas insatisfechos. El humano persigue la armonía con el único fin de conciliarse con lo inacabado... siempre. 

Leila, recibió, como escribe ARS en En los labios del agua, una frase que siempre me ha hecho reflexionar en continua búsqueda de múltiples significados cuando regreso de un largo viaje en el que los sentimientos han estado siempre presentes: " ... desde entonces, por morbosa curiosidad, por juego y por reto, como una tarea misteriosa, busqué al hombre que mereciera leerlo conmigo (un libro de caligrafía de los deseos), a mi lado, en la cama. Al que amara incluso desde el fondo de mis sueños. Y creo que ése eres tú".. 

Introducirse en los sueños de otros es la máxima expresión cuando las mentes están vivas, nunca cuando no lo están o si lo están ... lo son durmientes... aunque solamente sea porque tengan grabado a fuego que todo y nada se encuentren, siempre, en un punto. Y es que no todo lo que mata es mortal de necesidad. No siempre... o tal vez nunca. Alguien viene de otra parte, el otro vive en otra época y de repente se encuentran en tierras de nadie, donde sugieren espacios y aventuras... nunca regreso. Y esa emigración se detiene de repente, por muchas hojas de calendario que caigan. Él/ella, fondeó en aquel mar: de presencias o de hologramas, es indiferente.................

domingo, 1 de junio de 2014

OJALÁ

Leí una vez del poeta Caballero Bonald un fragmento que da mucho para reflexionar.

Todas las noches junto inútilmente
los residuos del día, me distancio
del tiempo funeral del desamor,
consisto en lo que he sido...

Imagino la invisible liturgia de todos todas las noches, esos fragmentos de existencia que sin afirmarnos en que existen nos conforman nuestra delatora personalidad. Están presentes en nuestra retentiva como páginas del propio libro de memoria personal e intransferible y que nos hace a todos ÚNICOS, sintientes de lo que otros nunca anotarán con las letras indelebles que parentesizan nuestra vida viviente. Alguien una vez me dijo que aunque existan recuerdos imborrables que sobren en nuestra mente, más vale aprender a vivir con ellos que tratar de olvidarlos. Y es que siempre el humano aprenderá de ellos, de la misma forma que también no decir nada cuesta mucho... Ojalá no se llegue nunca a inventar el electroencefalógrafo, el scanner cerebral que lea esos pensamientos, esas introversiones del humano... 

Esa noche que algunos temen porque las manecillas del reloj caminan en sentido contrario al del día, con sus empedrados deseos para unos y de consistencia de nube para otros es la que atrae al que los posa sobre el cuerpo de la amadaamante con sus zumbidos tercos que solo ellos escuchan, que se hacen sonámbulos y caminan de uno a otro lado de sus espacios volviendo atrás a cada paso, a cada instante.