martes, 2 de febrero de 2010

CARACTERÍSTICAS SONÁMBULAS.

Le preguntaron una vez a un conocido mío si había hecho algo en su vida que hubiera merecido la pena, a lo que éste le contestó: la pena, no lo sé. Mi pena, sí, y con eso me basta.
En ocasiones puede parecer que la dedicación de las personas a ciertos menesteres es estéril. Más aún si esta querencia pertenece a la sección de las "aparentemente" innecesarias, aquellas que alimentan el alma... a las que algunos dan poco de comer...
Hay apasionamientos que en modo alguno pueden ser enseñados. Hasta dudo que puedan ser aprendidos. Son vestigios comunicativos que deben ser precedidos del destino de fagocitar el conocimiento profundo de la realidad, la de las cosas y las de uno mismo por el propio destino marcado, tatuado en sus neuronas creativas. De lo contrario, no surgirá nada verdadero, solo será artificio, no existirá esa emoción persistente que caracteriza a los sonámbulos.
Nos preguntábamos un día con un amigo el por qué el sonambulismo anida en aquellos que poseen cierta ánima artística, poiesis vitalmente perpetua hasta que dejan de existir... por qué nunca lo será un banquero, por ejemplo... Lo fueron, estoy convencido, San Juan de la Cruz y Velázquez, Picasso y Neruda, y los son Norman Fóster o José Antonio Marina, Miquel Barceló o Werner Herzog...
Debiéramos emprender una cruzada para recuperar genios ( los hay tantos...) ignorantes de su brillantez sonámbula, aullentadores de la vulgaridad... y ganarlos para sí mismos, sobre todo para ellos mismos, y más tarde para todos los demás. Que aprendamos a través de su corazón, de su sentimiento, de sus obras constantes y continuas... como lo hace nuestra madre naturaleza, porque en la naturaleza, aquello que no crece... muere.



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