miércoles, 25 de noviembre de 2009

ETERNO DESEO.

Alan Sokal, profesor de Física en la Universidad de Nueva York, consiguió publicar hace unos años en Social Text, una sesuda y progre revista norteamericana, un artículo titulado Trasgrediendo las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica. El artículo, de 34 páginas, no era más que una boutade plena de insensateces y barbaridades inmerso en un plan perfectamente tramado por el enseñante, puesto que al mismo tiempo publicaba en otra revista, Lingua Franca, la experiencia en la que demostraba que si un artículo sonaba bien y halagaba los supuestos ideológicos de la redacción, se publicaba fácilmente. Un año más tarde, junto a Bricmont, otro físico de la Universidad de Lovaina, completaba su análisis publicando un libro titulado Imposturas intelectuales, en donde critican a grandes figuras del pensamiento posmoderno como Lacan o Deleuve, entre otros, por utilizar principios científicos de manera pretenciosa, ignorante, errónea y fundamentalmente de manera superficial.
Sokal, a su manera, hizo ver a quien quisiera ver, que estamos hablando de una cultura basada en la apariencia y no en el ser, y yo añadiría que para no ser descubierto tal engaño hace falta incluir el aumento en la velocidad, para que no se reflexione demasiado lo que en apariencia suena extraordinariamente.
Cuando Alberto Ruy Sánchez, cuando los sonámbulos, hablamos del deseo, nunca nos quedamos en lo superficial. Siempre introducimos la esencia vital en lo que decimos, en la creencia de que será eterno mientras dure.
Cuenta ARS que su periplo por Japón y Vietnam fue extraordinariamente bien. Sus libros han sido editados y ya cuenta con legión de adeptos a su causa. Mi interés radica en que sean muchos aquí los que lean sus mensajes y tengan muchos momentos de felicidad, de autosatisfacción, de vivir con letras mayúsculas, con acentos y negritas, la única forma de vivir... sanamente.

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