domingo, 17 de enero de 2010

DESEOS CONOCIDOS.

Recoge ARS en La mano de fuego, una cita de Sei Shonagon, escritora china del siglo X:
"Y la noche se me fue entre las manos como tus besos en mi boca. Nada termina, nada comienza cuando el deseo enciende su llama".
Usa ARS este preámbulo para hablar en tal capítulo (Torbellino) de lo imprescindible que es el escuchar al otro, al amado, si de verdad le importa. Solo así sabrá qué es lo que le gusta o le disgusta, lo que le apasiona o le deprime. Posiblemente el escritor halla recurrido a la esencia del libro de la escritora oriental, El libro de la almohada, para mantener su sabio consejo.
En cualquier acercamiento es imprescindible el conocimiento, el calor que entiende de condimentos y aleja aquella soledad sin descanso de la que hablaba el gran Federico en el Romance del Emplazado.
La cercanía del conocimiento disgrega la ignorancia que la mente no intuye pero que está ahí, esperante y acechante, como la vihuela fértil al cante blanco de la voz plateada del cantor cuando se siente sabio y anuncia a los cuatro vientos sus momentos de felicidad encontrada.
Si el ser humano fuera capaz de pensar más en su interior que en las falsedades que le acompaña encontraría antes lo que vaga buscando toda la vida perdido entre matorrales de sinsabores y flores martirizadas.

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