domingo, 3 de enero de 2010

ERA EN MOGADOR LA HORA EN QUE LOS AMANTES DESPIERTAN.


El jardín de los vientos es otro jardín secreto de Mogador. El relato que ARS nos hace en su libro comienza con el título del post. Y prosigue: Los nueve vientos de la mañana los envuelve, como a todo y a todos, en otra forma de oscuridad, prolongación invisible de la noche. Y en ese lento río de vientos trenzados bañan de nuevo sus deseos. Ahí, detenidos en el tiempo, hasta sin moverse se tocan.
Cuenta el halaquí todo lo que los vientos en Mogador llevan. (Otro día lo contaré más a fondo. Merece hacerse.) Los vientos siempre hablan al y del interior, extraen siempre lo peor que el ser humano lleva dentro, sus pesadillas, sus frustraciones... nunca sus deseos. El Atlántico es sabio también en vientos. Dicen los pescadores que los buenos marinos se han bautizado en sus aguas, sufriendo, maldiciendo haber nacido, hasta que se sienten uno con Neptuno y sus huestes, hasta que le exigen pactar con su lenguaje monocorde y temperamental.
Así debiera ser el contacto con la amada, huidizo y brusco, salvaje hasta que se doblega el amante ante ella o ella ante el amado. Ya son uno...ya son un mismo quejido en la noche que acuna a las cigarras que musican su sudor.

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