lunes, 10 de enero de 2011

VIENTOS Y EXPERIENCIAS.


Cuenta el halaiquí en la Plaza del Caracol, en Mogador, que los vientos que soplan en la ciudad del deseo constituyen El jardín de vientos. Son nueve tipos de viento con características distintas que ejecutan sus imperativos sobre la geografía de sus habitantes, sean cosas, animales o personas. De cómo responden se interpreta el mensaje que les llega. Son sacudidas características, pluriformes y poliédricamente sentimentales que incineran destinos no publicados en los periódicos de sus vidas. También todos aquellos que han habitado sus calles, por muy pocos días que estos hayan sido, reconocerán de inmediato la esencia íntima de esos vientos. Y leen el mensaje que dicta el libro de ARS al final de su capítulo dedicado al Jardín de vientos: Quiero ser todos los vientos que te acechan, que te ciñen, que corren por tus venas. Los vientos que secan la ropa y refrescan el cuerpo. Quiero ser el viento de tu voz, de tu alma.
Interpreta quien camina por las calles mogadorianos el mensaje que los vientos han venido a traerle, voces del pasado y nunca del futuro. Le traen al caminante las claves para conocerse y a no esperar nunca la facilidad. Le dijo una vez un anciano sentado en una diminuta silla de madera en apariencia extremadamente sólida: "Si sucede que adquieres algo fácilmente, la voluntad se debilita. Por ello, intenta una y otra vez completar lo que estás haciendo". Al caminante, a los años, le valió de mucho para sanar sus heridas de combate. Aprendió de la experiencia de amar, desamar, ser amado y ser desamado. Utilizó aquel proverbio zen: "Cuando alguien, sin haberla experimentado, simplemente repite una verdad, la convierte en mentira".

2 comentarios:

  1. Que bien escribes. Una entrada preciosa. Gracias por compartirla.

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  2. Al Sonámbulo le inspira la vida... y ella habla por él.

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