jueves, 12 de agosto de 2010

POR Y NO PARA.

Recuerdo haber leido en Los nombres del aire un episodio acerca de cómo una egipcia llamada Sofía aconsejaba sobre cómo retener a sus amores por medio de sortilegios y pociones mágicas. Fatma se quedaba absorta oyendo tales discursos acompañados de una mímica que tan solo podía hacerla quien vive de ello, por ello. Solía estar en el hammam, en donde existía la sala de las serpientes. Treinta cobras desdentadas y excesivamente aceitadas se escurrían entre cientos de pequeños cojines de cuero y por los cuerpos desnudos de quienes, mañana y tarde, gustaran de sus privilegios. Había quienes tenían sus preferidas, y otras eran privadas que tan solo las sacaban de su canastos cuando sus dueños estaban presentes. Aunque a Fatma le asqueaba el reptil, sí en cambio existía una cierta fascinación que la atraía hacia esos ojos electrizantes y en algo hipnóticos que parecían decirle que debía estar siempre atenta a la fuerza del destino, aquél del que luego hablarían los de su casta, los que vivieron para vivir, no por vivir...

1 comentario:

  1. Siempre el destino... ¿Será que, de verdad, lo tenemos ... o será que lo creamos...?
    Gracias por estar ahí.

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