
Recuerdo que un día, un sabio indio fue a entrevistarse con un Buda.
-He oido decir que el budismo es una escuela de iluminación. ¿Qué método utilizáis?, ¿cómo es vuestro día a día?.
-Andamos, comemos, nos lavamos y nos sentamos- respondió el Buda.
-Pero... todo el mundo anda, come, se lava y se sienta. ¿Qué es lo extraordinario?.
-Sabio hombre-respondió el Buda- cuando nosotros andamos, somos conscientes de que andamos. Cuando comemos, somos conscientes de que comemos... Las personas, en general, cuando andan, comen, se lavan o se sientan, no son conscientes de lo que están haciendo.
-¿Y eso es lo que puede ayudarnos a acercarnos a la iluminación y abrirnos a la naturaleza del buda?.
-Todos los seres humanos son intrínsecamente budas, dotados de sabiduría y virtud. Pero, como los espíritus de los hombres están cegados por el pensamiento ilusorio, ellos no se dan cuenta.
Imagino, desde la ignorancia de la que me estoy seguro poseer cuanto más años cumplo, que gastaré toda mi vida (lo que me queda ya de ella) en busca de esas enseñanzas que están en mí y que cada día intento encontrar... El día que no lo haga mi vida habrá perdido sentido.
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