viernes, 4 de diciembre de 2009

LA FIB.


El 2 de junio de 1974, en su discurso de coronación, Jigme Singye Wangchuck dijo: " La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto". Tenía 18 años y se convertía, tras la muerte de su padre, en el monarca más joven de Bután, un país pequeñito en el Himalaya.
Desde aquel día, la filosofía de la felicidad interior bruta (FIB) ha sido el principal objetivo del gobierno butanés. La idea es que el progreso no se objetive únicamente por el nivel económico del país. Bután sabe de cómo son los países occidentales y modernos, y recuerda cómo era hace cuarenta años, mísero, sin educar, medieval casi. Su objetivo es situarse en medio.
La FIB se basa en dos principios budistas. Uno, saber que todas las criaturas vivas persiguen la felicidad, la individual. La otra, la nacional, queda en manos de sus gobernantes, que buscarán el entorno que facilite al individuo encontrar esa felicidad. El otro es el principio budista del camino intermedio.
La FIB, incluso se ha llegado a medir para convertirla en un valor seguro. Se han tabulado: el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad de la comunidad, la cultura, la salud, la educación, la diversidad medioambiental, el nivel de vida y el Gobierno. Y los resultados han sido óptimos.
Sin embargo, intentar equiparar nuestros resultados a Bután no es posible. Nuestras realidades son muy diferentes. No obstante, cuando se ve cómo viven y cómo se han arreglado para "reinventarse modernamente" mediante una Constitución hecha a imagen del butanés, da que pensar...
Lo que sí es copiable es el respeto que tienen por su transitar por la vida intentando no hacer daño a nadie, y hablando con ellos, a fé que lo consiguen en un alto porcentaje. De ésto sí debiéramos ser aprendices de ellos... al menos unos días al año... al principio. Es también un deseo.

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