viernes, 25 de diciembre de 2009

EL AZAR.

Cuenta Jassiba en un pasaje de La mano del fuego, cómo añoraba a su abuela, su forma de contar historias, su deseo de verla de nuevo en sueños... pero no sucedía e iba arrinconando poco a poco su deseo en el olvido.
Sin embargo, un día, a los nueve años de sentir estéril aquel mandato de su corazón, previo un viaje a Mogador, oyó de nuevo la voz de su abuela: "Te voy a contar lo que pasó la noche que tu abuelo y yo llegamos al bosque tropical de la Guayana. Nunca hubiera pensado que aquello fuera posible...".
Habla ARS de que es más fácil pensar que el azar ata y desata en nuestras vidas coincidencias sorprendentes. Pero esta misma idea es una poderosa creencia más.¿Endiosamos el azar?.
Posiblemente lo que nos acerca al azar es el deseo, también, de insertar nuestra mente en la parte más racional de la irracionalidad, ¿o será la parte más irracional de la racionalidad?, aquella que nos impulsa a usar los sentidos de la forma en que esencialmente fueron creados, la que no se conforma con mantener los equilibrios que dicta la sensatez de nuestra sociedad.
El sonámbulo se deja llevar mucho por el azar, defintivamente, sintiendo, viviendo lo que le queda cada día por seguir viviendo... todavía.

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