miércoles, 4 de marzo de 2020

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Hay hechos que, aunque verdaderos, solo existen al ser narrados. Y posiblemente sucede más frecuentemente cuando la temática es referida al sexo, a ese realismo mágico del que se bebe para seguir sintiendo que el otro/la otra nos impregna con su presencia, con su silencioso deseo... Y así es bueno recordar enciclopedias que enseñan... El Ananga ranga (‘los matices del dios del amor’) o el Kamaladhiplava (el bote en el mar del amor) es un manual sexual indio escrito en el siglo XVI por Kalaiana Mal la. El poeta escribió esta obra en honor al rey Lad Khan, hijo de Ahmed Khan Lodi, pertenecientes a la dinastía Lodi, que gobernó el norte de la India (llamado en esa época el imperio afgano) desde la ciudad de Delhi entre 1451 y 1526, y de quien Kaliana era contemporáneo. En tal obra, el autor divide a las mujeres en cuatro clases: Padmini, Chitrini, Shankhini y Hastini. A todas ellas les asigna una serie de características, tanto morfológicas, como comportamentales, apetencias mundanas, como aquellas que derivan en el amor y el sexo. 
Si nos referimos al Kama Sutra, del que se conocen dos: El Jayamangla y el Sutra vritti, compuesto entre el siglo X y XIII, también originario de India, se centra más en el comportamiento sexual del humano. Se compone de 36 capítulos que tratan sobre 7 temas diferentes, cada uno de los cuales fue escrito por un experto en el campo. Vatsiaiana, su autor, creía que hay 12 maneras básicas de hacer el amor y 8 posiciones principales. El Kama sutra tiene un total de 64 "artes", nombre que da el autor a la combinación de una manera de hacer el amor con una posición. El capítulo que enumera las múltiples artes es el más conocido, y es un error muy común confundir éste con el Kama sutra cuando en realidad es sólo una parte de él, dado que hacer el amor es el arte de jugar el uno con el otro, descubrir cuáles son los puntos más sensibles de la pareja con la finalidad de que sienta placer y siempre tenga en cuenta cuál es la diferencia entre ambos. 
Los dos manuales citados anteriormente son curiosos en su lectura debido a la simplicidad que en algunos aspectos son referidos a la mujer y los resultados de saber interpretarlos, como el resultado que su uso generan, en otros. No son en absoluto similares en su concepto a este siglo XXI aunque, sin embargo, sí que se orientan los dos a que las dos partes de la pareja disfruten en el juego amoroso y sexual.

El Sonámbulo mantiene que la variedad de personalidades femeninas son múltiples, muchas menos en el caso del hombre, y que conocerlas a todas es una misión extremadamente complicada y abocada al fracaso: basta equivocarse permanentemente para considerar que es suficiente, por mucho que en ocasiones mantenga que la sabiduría es un modo de relación que no se reduce a la adquisición del conocimiento,  siendo una forma de vivirlo... ¿...masoquismo...?. Posiblemente. En todo caso, patología.  
Importa más, yéndome al Jardín más íntimo, querer montarse en el viento con sus sueños,  y crear lo inesperado en el cuerpo de la amadadamante y oir su jardín en su calma, que despierte el deseo de seguir contemplándolo, aunque las flores, como dice ARS, se muevan noche y día y la imagen de la manzana recree otro jardín, el de la tranquilidad, feliz como MIchaux en su diminuto huerto improvisado.

1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo. Las mujeres somos únicas. En ocasiones se dice que somos todas iguales en según qué temas pero no estoy de acuerdo, en el sexo, en el amor, en el trabajo, cada una es distinta a la otra. Las hay sinceras y las hay muy mentirosas, las hay sinceras y las hay que son todo lo contrario. Es solamente trabajo de la pareja que se tome el tiempo necesario para conocerla y saber tratarla, como hacemos o deberíamos hacer la parte contraria. ¿Has leído los dos libros indios del amor?.

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