jueves, 26 de noviembre de 2015

ESA MALDITA MANÍA DE REFLEXIONAR...


Lo más inteligente que se puede hacer en esta vida es apartarse de este especie de laberinto en el que nos han metido, salir de una vida que no es la nuestra y que no es la ideada; una vida que precisa esclavos para seguir manteniendo la pura organización que necesita esclavos, y así hasta el final. Salirse de una cadena de transmisión perfectamente trazada en la que el individuo como tal es lo menos importante, es un número útil para contribuir a su propia autodestrucción por un lado y a la eterna edificación por otro, de ellos mismos, de quienes poseen la hoja de ruta. Big Data, redes de descomunicación social, coches sin conductor, inestabilidades políticas y financieras... y sobre todo, por encima de todo, vidas limitadas a no más de un centenar de años en el mejor de los casos.
Es duro dejar de creer en el humano porque no es lógico que todos sean/seamos así. Cada uno debe posibilitarse su propio día con afán, con sus momentos plácidos, serenos, sonrientes. Eso es lo inteligente. Y por ello debemos reivindicarlo. Sin algaradas ni altisonantes voces. Con el ejemplo, con esa mirada que se cruza con el otro/la otra y es un momento mágico, estáticamente eterno que moviliza todas las hormonas existentes en un cuerpo que se nos ha dado sin pedirnos permiso para ser recibido. Es una oportunidad para cambiar lo que no nos agrada. Y debemos comenzar con nosotros mismos y con el que tenemos al lado, con quien nos pregunta cómo ha de conseguir momentos de felicidad. El Sonámbulo recomienda que todo lo que no es antivida es buen maestro para vivir.
Recuerdo una frase que leí de Luis Rosales, el poeta: "Hay personas que se definen por lo que tienen, y hay otras que lo hacen por lo que les falta...".
En el fondo, la realidad la teñimos nosotros mismos, no nos engañemos. Es como la atracción humana, a la que hay que dejar ejercer sin asesores ni partidarios, tan solo con los sentidos...hasta el umami.

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