Siempre la vida serena prolonga la duración de cada instante. Lo cuenta el amanteamado de Jassiba, la que le exigió la creación de aquellos jardines que darían comienzo a una casta, la del hombre que se convirtió en una voz para habitar el cuerpo de su amadaamante.
Cuenta que su embarazo intensificó en ella todos sus deseos. Lo relata ARS de forma pormenorizada en su libro Los jardines secretos de Mogador : "Todos los sabores de los alimentos parecían multiplicar su intensidad para ella. Hasta el agua le sabía mucho mejor. Su piel era más sensible en más puntos insospechados del cuerpo, como si el tacto hubiera decidido reinar entre sus sentidos y el paso secreto de la hormiga que incendia a los labios del sexo le caminara pronto hasta en las rodillas. Oleadas de deseo la recorrían de abajo hacia arriba y del viente a la espalda".
Imagino lo que con el paso de los días interpretaba nuestro protagonista, ansiando saber comprender esa mutación hémbrica acariciando el tiempo para impedir que huyera, aprendiendo a leer en el organismo adorado aquellas citas que no correspondían a Platón sino al ignoto autor de pasiones en nada vulgares sino plenas de sofisticación. Sabía que al igual que luchar juntos por algo, aunque sea perdiendo, une más que ganar por separado, aquellos momentos debían ser perpetuamente recordados.
Tras leer hoy lo narrado por ARS reinterpreto esa detención del tiempo, prolongando, dilatando, alargando el tiempo y sometiendo a los sentidos, de tal forma que las palabras tomen aroma. Solo es cuestión de vista, oido y tacto...
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