domingo, 16 de mayo de 2010

TIEMPO MOGADORIANO



En Nueve veces el acombro, ARS nos acerca la realidad de que en Mogador, el tiempo, y no el metereológico, tiene un significado diferente: "... nos permite encontrar ancianos muy infantiles y bebés muy sabios; amantes minuciosos que logran acariciar profunda y efectivamente a cuerpos enteros en un parpadeo y besos que duran toda la vida de los enamorados".
Se comprende así que esta pequeña ciudad acunada por el Atlántico sea reclamo para todo aquel que desea alargar su dicha, mecer sus pensamientos o recrearse con su regalada vida.
Posiblemente haber amado ciega la visión, limita la experiencia, y empuja a la insularidad del alma, a buscar la soledad para vivir más su yo. Algunos dirían que se crean figuras regresivas de un protector útero materno para sobrevivir. Posiblemente... ¿y por qué no?, ¿por qué mediatizar constantemente a quien desea modelar su propia vida... ?, ¿por qué arriesgar a la frustración a quien únicamente, ÚNICAMENTE, desea ser él/ella...?. Realmente sabe que nadie puede ser enteramente una isla, siempre se es un pedazo del continente, una parte del todo.
Los sonámbulos huyen siempre, denodadamente, de hacer zapping con la vida, con su vida. No renuncian a compartir la calidez y las caricias de los eternos instantes que Essauria les concede cuando se alimentan de su breve, siempre, estancia.
Desde el momento en que sus pies contactan con sus límites territoriales, un calambre de poseidad recorre sus anatomías, saben que ella sabe que han vuelto, que necesitaban regresar a quien les arrulló su sufrimiento y sus más íntimos... deseos.

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