jueves, 13 de mayo de 2010

LUZ Y NADA.


Las noches en Mogador son especialmente estrelladas. Iluminan con tanta potencia que parecen tener vida propia, cuando en el fondo, hace tiempo que ya no la tienen. Se les fue el foco que las iluminaba, se prescindió de su intensidad. En cierta forma, vagan en busca de su esencia, solitarias por el cosmos sin saber qué persiguen realmente, porque fue tan intensa la luz que recibieron que temieron mirar atrás, recelaron quemarse, convertirse en estatua salina, como la mujer de Lot. Prefierieron que les sintieran antes que sentir... Lo reflexionaba en similares términos el lunes una gran persona, excepcional artista de la nada, Ricardo Calero, mientras nos enseñaba su obra, la exprimía para unos cuantos afortunados que sabe valoramos su filosofía existencial. Juntos interiorizamos su autoexigencias, sus filias y también su alguna fobia. Llegó un instante en que me fue imposible materializar nada... Y solamente me despertó la luz al cabo de un tiempo. Y comencé a caminar despacio, silente... nos confesó.
Y es que el individuo ha de hacerse habitable desde dentro, existente desde dentro, asumible desde dentro, nunca desde fuera, que es lo transitorio, artificial ... tal vez por éso no me agradan demasiado las estrellas terrestres. Me recuerda lo que de ella misma dijo la gran Greta Garbo: "Para seguir siendo yo, tuve que dejar de ser Greta Garbo".
Saben los que me conocen que recomiendo con frecuencia viajar, partir lejos... o cerca, pero partir. Partir tiene más de una acepción, y otra diferente, aunque igual, paradojas del destino, es la que sugiere romper con la situación que nos envuelve, ahoga, envilece y tortura. También es terapéutico ser solo uno con uno mismo, ocasionalmente, periódicamente, aunque no sea demasiado bien visto... Tal vez porque independencia e inteligencia se coaligan fácilmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario