sábado, 3 de octubre de 2009

ESCUCHAR


Para acercarse a la ciudad de Mogador hay que apagar los motores por dos razones: para dejar que nuestros ojos se acostumbren a su belleza y, además, para esperar y escuchar con más atención las corrientes que vienen de la ciudad hacia nosotros. Serán la señal para poder entrar en su puerto. No antes.
Así describe ARS cómo el viajero conoce la ciudad del deseo. De esta forma intuye cuando la amada le permite penetrar en su alma. La epifanía del momento... que no existe siempre, no dura siempre... Siempre, qué palabra más dura, regia, grave en su concepto, incluso inducente a temer y tan sobria y a la vez amplia en la tonalidad de su expresión.

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