martes, 4 de julio de 2017

TIEMPO DE SILENCIOS DEMASIADO FRECUENTES


Se nota desde hace un tiempo que parece extraño hablar de temas que tienen que ver mucho con el humano. Cuesta oir o leer acerca de amar, de amor. Se palpa una especie de incorrección política, ¡también en ésto! hacia lo que nos hace  más personas, más... únicos, dejándolo para esa centrifugación de toda nuestra propia superficie, como si se convirtiera en una especie de nacionalismo humano que se repliega hacia la alcoba, esa palabra tan rancia que olía a habitación sin ventilar... 
Y se equivocan. Veo excesiva angustia, que como la calificaba Kierkegaard, es el temor de lo que se desea, o como afirmaba Heidegger, que pensó que el humano se angustia por el miedo simultáneo a la vida y a la muerte. Y no lo entiendo, porque ya Horacio se enfrentó a estas sensaciones empujándonos a ese hedonismo controlado que solo conocemos los humanos. Sólo por un esfuerzo cotidiano de costosa resistencia, sólo escuchando las voces menospreciadas de una milenaria sabiduría antigregaria, o por el brusco fogonazo que sigue a una crisis puntual e imprevista, se levantan de pronto los espesos estores de esos duermevelas a los que aludía al principio. Abren los ojos despertados pero les cuesta tomar conciencia de ellos mismos y con el mundo. Sin embargo, se atomizan prontamente al verse incomunicados, como el Gran Hermano orwelliano prefiere que estén.
Hoy recuerdo, aunque nunca melancólicamente, la pituisa de los setenta, el Paula´s y la visión de un gran azul que olía a sensaciones e instantáneas eternas, esas de las que parece ser solamente olvido, ¿o es que para ciertos recuerdos hay un álbum de agua?, como ya dijo el sabio...

1 comentario:

  1. Se teme amar pero no sentirse amado. Es egoismo. No le demos vueltas.

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