domingo, 28 de septiembre de 2014

LOCURA y RITMO


Todo lo que provoca enloquecimiento amoroso en el humano es devenido, según los que han dedicado muchas vidas a observarlo, a que la escritura de la vida se ha reconvertido en un mar embravecido de letras y signos que impiden sea leída correctamente.  Ese mar incontrolado, dispuesto a todo lo que pueda suceder, lo representan algunos contadores de cuentos en Oriente, como el péndulo de un reloj desritmado, representado entonces por las mareas y las olas. Y recomiendan entonces que se invoque a la razón, se resetee la existencia hasta que el deseo de acariciar al otro sea irrefrenable, que esa intoxicación salina acaricie con su oleaje más que hiera con su brusquedad. Y añaden que la luna es la causante de muchos de estos instantes, que el desconocimiento tácito de esta prerrogativa no le impida caer en dicha dolencia tentadora, y que los dependes no son menos claros que los muchos o los pocos. Ellos también dependen...  lo mismo que echar en falta a alguien que solo hemos visto una vez, o ninguna.

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