lunes, 18 de agosto de 2014

DESTINO


El Sonámbulo es de quienes creen en el destino, desde que creer supone un riesgo difícil de ser propuesto, incluso para uno mismo. 
El destino suele ser furtivo, no hace ruido, finge no moverse, incluso la cara del contagiado por la fiebre de esta enfermedad secular nunca denota su significado... Más aún, el destino es inelegible, se cumple. Se disfrazará de espacios, cabellos destrenzados, piernas o brazos inasibles, pero habrá un instante, en la soledad de quien se siente frágil, perecedero, que sabrá que nació para ser quien desea ser... esa sensación que envuelve a quien pasea bajo la lluvia y no es mojado, que resbala sobre él, como en Taunggyi, donde la lengua transparente de las aguas y aquel vapor dulce, como el aliento de un buey, cálidamente exhalaba de los árboles un olor a naturaleza, a no querer nada más que estar ahí, en la quietud de un silencio que crecía por momentos mientras los elementos misteriosos de corazón a corazón, de carne a carne determinaban la alegría de saberse el elegido a seguir su... destino.
Ya todo consumado no influirá más nada en ser pasto de gusanos o de ojos corroídos por el mar: tú y yo ya fuimos devorados en un único incendio, aquel del que los tabloides nunca imaginarían. 

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