domingo, 13 de marzo de 2011

MEMORIA


La memoria es lo que el aceite al paño. Cuando aquélla se siente atraída por una sensación tardará mucho en volver a ser quien fue, incluso cuando se sumerja en otros líquidos cuyo empeño sea extraer su esencia quedará en su interior aquel momento en que quiso ser. Y es más, si el momento deseara convulsamente volver, entraría en el tiempo aquel escalofrío con el que algunos se sienten cautivados, sin el conocimiento de poder ser desentrañado.
En el amor es el mismo episodio, siempre, aún siendo una estrella de mil puntas. Puede ser descrita de mil y una formas, y desde ángulos cambiantes. Algunos llegan a decir que es más duro amar sin ser amado que desear sin ser deseado. Tengo mis dudas al respecto. Leí en no sé donde que incluso se ansía convertirse en una especie de artesano del deseo: ceramista del cuerpo amado, su calígrafo, su contador de historias o su poeta.
Cuando en Mogador se coloca el caminante frente al aire desértico, entiende sus mensajes con los diminutos granos que golpean y arañan su cara como si de un peeling se tratara. Y no se proteje hasta que el discurso es muy avanzado, quiere hacerse con él hasta el último suspiro, con el pañuelo que circunda también su cabeza. Quiere oir, sentir hasta apreciar el dolor de experiencias pasadas, no olvidar. Es lo que allí dicen: hacer memoria.
Todo, al final, es siempre consecuencia de todo. Habla un clásico zen que si se detiene el movimiento para regresar a la quietud, esa detención creará aún más movimiento. ¿Cómo se entenderá que los extremos duales son parejos mientras permanezcan en ellos?. Si no se percibe que son semejantes, se perderá eficacia en ambas esferas.

2 comentarios:

  1. Una bella imágen la del artesano del deseo, ceramista del cuerpo amado.

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  2. Viniendo de quien viene es todo un honor.

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