lunes, 14 de agosto de 2017

PALABRAS CON AROMA


Los pertenecientes a la casta de los Sonámbulos se saben poseedores de una manera de viajar que no se localiza en una agencia de viajes, son expertos en intuir, discernir, presentir e incluso llegar a adivinar qué es lo que presagian los movimientos de lo que unos llaman alma, otros espíritu y pocos solamente deseo. Sueñan sueños ajenos, incubándolos intemporalmente, y despiertan junto a quien les envía ese abrazo sin palabra que solamente diagnostica el amadoamante. 

Los Sonámbulos, según me dijo un amigo milanés, ven los cuerpos amantes sin que los perciban, como también dice ARS en su Elogio del insomnio, echando raíces, subiendo por las paredes de las casas ingeniadas para vivir fuera de la penumbra, suceder al sol y llenarse de criaturas irreales para los demás mortales, asomándose por la puerta de manera inocentemente etérea. El deseo, melodía de los Sonámbulos, es un intruso amable, que orienta las brújulas del cuerpo que obedece a insólitos magnetismos, a intimidades que se abren a la intemperie para hacerse visibles y táctiles, mapas que son interpretados como antes nunca se hubiera imaginado poder ser descifrados, palabras que desprenden aromas de eternidad. 

Las Jassibas literarias, ésas que tanto iluminaron al forastero mogadoriense son las que concluyen: " Búscame sin mirarme, tan solo con la fuerza de tu cuerpo sintiendo al mío". 

4 comentarios:

  1. Me gustaría sentir esos deseos de los que hablas pero me he confundido tantas veces que cada vez me cuesta menos ilusionarme.

    ResponderEliminar
  2. Nunca es tarde, nuncanuncanuncanuncanunca. Siempre es momento de sentir.

    ResponderEliminar
  3. Cuando has nacido para sentir ya nunca puedes dejar de hacerlo,es como una droga tu esencia tu espíritu y todo tu ser lo necesita

    ResponderEliminar
  4. Te entiendo, Estilista, nunca te autocensures por circunstancias que solo te conlleven responder ante tí.

    ResponderEliminar