miércoles, 21 de enero de 2015

LA ESENCIA



Las buenas esencias siempre precisan de buenos ingredientes, así como de la sabiduría de una equilibrada mezcla y una destilación adecuada. De lo contrario, no es que el perfume resultante sea malo necesariamente. Será...vulgar en la mejor acepción de la palabra. 
Quien no ha cultivado su vida desde niño con la belleza de las palabras, los deseos, las imágenes y más, que a diario la naturaleza nos proporciona, que no espere encontrarlas en la adultez o en la vejez porque hará el ridículo más espantoso, casi igual que el que hacen algunos que se ven por las aceras de las ciudades intentando convencer a quienes se les cruzan y los ven pasar enfundados en ajustadísimas y llamativas camisetas de colores intentando ser conjuntadas con pantalones de ¿neopreno? y una cinta en el pelo que anuncia que se han apuntado al running intentando retrasar unos minutos lo inevitable. Y es que apena tanto ver hacer el irreverente ridículo al humano consigo mismo...
El producto final de la madurez es, como ya algunos han advertido sabiamente, la reducción a lo primordial, eliminar lo superfluo, desprenderse de las capas de superficialidad con las que otros se empeñan en adornar al sufriente ser que somos mientras estamos. Lo que debe quedar es lo intangible, lo que no se ve pero se intuye, se percibe, se siente... se huele. Esa esencia de la que hablé al principio. 
Algunos... más de lo que se piensa y afirma, desconocen que poseen esa esencia. ¿Nadie se lo dijo o es que no se huelen su propio olor...?

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