martes, 26 de julio de 2011

TACTO









ARS utiliza en uno de sus relatos el verbo hipertocar, escasamente usado en España, hoy.

Lo tomo como excusa para llevarlo a mi terreno, a lo poco que en nuestra cotidianeidad se toca... y cuánto, en cambio, se usan las manos para comunicarse cuando se tiene necesidad de saber uno del otro, y que sepa el otro de uno... Me pregunto el por qué de la penuria de usar el sentido táctil, de imaginar con los ojos cerrados cómo es el amanteamado cuando las manos recorren toda su anatomía. Y cuánto además piden ayuda a los otros sentidos para confirmar lo supuesto...






Dice el escritor que los hipertocados desarrollarán con el tiempo dependencia del contacto con la piel y que ésta mudará varias veces a lo largo de su vida para suplir su endurecimiento propiciado por los años y recobrar la sensibilidad que producen las nuevas sensaciones.






Los sonámbulos siempre han dado/damos gran valor al sentido del tacto, a vulnerar la prolongación de la cárcel depuratoria del deseo, a sentir que el otro siente cuando las yemas de los dedos rozan su piel. El ritual, como cualquier otro, debe ser lento, extraviado, espontáneamente dirigido... hasta que las manos del otro le conducen a sus espacios más deleitantes... aquellos que recrean en toda su profundidad lo que se sugería desde minutos atrás.

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