sábado, 2 de abril de 2011

A VUELTAS CON LOS TATUAJES...


Hablaba hace unas fechas de la importancia que tienen en Mogador las historias que cuentan los contadores de historias en la Plaza del Caracol, corazón cambiante de la ciudad. Y cuando alguien desea ampliar estos conocimientos se va a las bibliotecas mogadorianas, extensión mutante de lo escrito ancestralmente sobre la piel de las personas. Y es tal que, el papel de los libros es protegido por piel tatuada en la que se derramaron sentimientos en un pasado, porque cuando alguien se entinta interiormente la piel significa que su deseo insiste en permanecer.

Cuenta ARS acerca de sus libros, que son, realmente, jamsas, relatos amuletos que se disparan en cinco direcciones, alambicados siempre como sueños nunca completados, añado yo. Nunca serán morada de lo efímero sino estancia continuada mientras dure el deseo, el que fue, el que será, el que todavía no ha sido o el que no sabe que ha sido... Así son también los relatos mogadoreños, volátiles pero perpetuos a la vez.

Los sonámbulos somos portadores de tatuajes, invisibles los más. Solamente los vemos nosotros, por éso cuando nos reunimos hablamos de lo que verdaderamente sentimos que debemos hablar sin dañarnos. Los hay que contienen música y que al observarlos saltan notas que ciñen el momento en el que el dibujo o el signo se ensanchó y adelgazó más bruscamente. Me acuerdo sobremanera del sonido de Till Brönner en su Blue & eyed soul.

2 comentarios:

  1. Me gusta leerte. Derramas saber. No te detengas tantos días.

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  2. Yo pensé una vez en hacerme un tatuaje. Al final no me lo hice. Ahora tengo pensamientos ambiguos... Tal vez me gustara aún portarlo, pero hice bien en no tatuarme y aún siento llevarlo aunque no está ya quien lo ensanchara o adelgazara, como tú bien dices.

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