Como si de un recordatorio se tratara, la vida te proporciona donaciones de deseos, de una forma anticipada, antes de que el silencio se marque permanentemente en tu cada vez más ajada piel. Suena como un golpe en el plexo solar de la conciencia, anunciándote lo que nunca debiste olvidar, esa mirada ocultada excesivo tiempo en el sótano de tus vivencias, esa forma de caminar que estudiaste hasta diagnosticar sin equivocación alguna, ese cuerpo siamés al tuyo, aún hambrientos ambos de convertirse en solo una materia cósmica cuyos desasosiegos duren bastantes minutos más, encarnizadamente cutáneos significando lo que aún cada interior posee para ser donado.
Tan diferentes y tan iguales apasionadamente es difícil pensar que su existencia sea real.
Buenas tardes, cruel destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario