domingo, 10 de enero de 2021

DE MÚSICA


Pocas realidades duran la eternidad le dijo en una ocasión alguien al que consideró maestro. Lo comprendió con el paso de los años. 
En un hammam de Mogador se ofrecía un tipo de masaje llamado "musical" basado en que de la forma en que se proporcionaba poseería la música su cuerpo. Requería un ritual bastante completo porque tenía antes que priorizarse en extraer de su interior todos aquellos ritmos que se inmiscuían en el resultado final. Limpiar profundamente la piel, extraer las células muertas y sobre todo friccionar con el aceite de argan hasta que éste penetraba y creaba ese sonido musical al que durante un tiempo, el que se deseara, sentiría en su interior. Aquella música sería la que sentiría su amadoamante cuando sus cuerpos se hicieran uno, brotando de sus placeres, de sus sueños, de sus profundidades, ambos, que solamente conocieran sus dedos. No existían tabúes para sus gritos ni fantasmas para sus mordiscos...Eran soledades íntimas de dos murallas que caían por el peso de esa música que había sido incrustada por la diosa del placer a la que solo había que pagarla con la voluntad... "Al amor dale tiempo, todo el que dure sus arpegios".

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