domingo, 1 de mayo de 2016

LA SOLEDAD NÓMADA



Se dice en Los jardines secretos de Mogador, que dentro de todo lo que miramos hay un jardín, y que el primer jardín de todos los jardines posibles está en la palma de la mano, siempre y cuando seamos capaces de sentirlo cosquillear intensamente.

Y siempre es así, aunque siempre sea distinto, por más que sea incomprensible pensar que cualquiera puede resucitar su deseo eternamente muerto desde la última vez que fue ajusticiado. Nos cuesta soñar que estamos dormidos, de igual forma que no se venden palabras en las ferreterías.  A partir de cierto punto, todo comienza otra vez, como la vida que se nos va para regresar, hasta el último día, hasta el último segundo.

El humano es pobre porque ha nacido para la soledad sin saberlo, hasta que en el silencio de su gran ausencia se oye en la noche, entre sus sábanas, entre sus pensamientos inencontrados, sueltos, deshilachados de dolor al reconocerse solo... pobre... paupérrimo... Se debe escuchar a diario el halaiquí mogadoriano para sentir el mundo de Jassiba de forma laberíntica, espaciada y a dos, nunca más de ese número creado para nunca sentir soledad. 

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