Todos los libros que ARS ha escrito sobre Mogador, en alguno de sus pasajes, existe la comparación con la mujer. Dice en uno de ellos: "Entraba en ellas, las poseía, pero en el fondo siempre le eran inaccesibles. Parecía afirmar, como buen maestro sufí, que nunca se termina de poseer a alguien, especialmente a las mujeres y a las ciudades".
Fuera de la misoginia arraigada de algunos (demasiados lamentablemente) hombres, debiera buscarse en la profundidad del alma femenina aquello que justifica su esencia, esa que pone banda sonora a cualquier episodio del día y que le provoca su propia renuncia, como muchas presentaciones que son realmente ocultamientos.
Lorca, un inveterado estudioso del interior femenino, pone palabras a esas mujeres concebidas no solo para ser el contrapunto a la masculinidad del varón sino como compendio de virtudes y defectos del género humano, porque ella, la mujer, es la que compila a los dos, al hombre y a la mujer por igual. Lean Yerma, La casa de Bernarda Alba o Bodas de sangre, y disfruten, aunque al final triunfe la tragedia... Posiblemente habría escrito sobre el pálpito de todas sus pasiones: Cuando vienes, regreso a mí.
Siempre la mujer será quien habite nuestros sueños, quien sazone cualquier vida. Será hormonal, será espiritual, será lo que será...
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