viernes, 4 de marzo de 2016

NO DECIR POR DECIR, SINO POR SENTIR.



El olvido es imprescindible para incorporar otros recuerdos.
Dice un adagio balinés que caminar con la cabeza a rebosar es como comer con la boca llena: no permite incorporar sabores nuevos. Y no por ello olvidar debe ser obligatoriamente exigente, imperativo en cualquier aspecto vital. Ha de ser selectivo. Por ejemplo, yo nunca olvido los lugares en los que nazco...

También reconozco que estar a la espera, como lo está cualquier Sonámbulo que se precie, no significa malgastar cualquiera de los sentidos. Hay que reivindicar que no todo lo que sucede temprano ocurre pronto. ¿Será por eso que no tengo twitter...?. Sí, afirmo que si contamos todo lo que hacemos, ya sabemos al menos en qué se va la mitad de nuestra vida. Decía un gran filósofo oriental que no se debe decir mucho de nosotros para no dejar de ser uno mismo. Al menos, añadiría yo, si no es estrictamente necesario. O también que hay momentos en los que se dice bajito, empleando el boca-oreja, sintiendo cada palabra, paladeando sílaba a sílaba, sintiendo que lo que se está diciendo no se le dice ni se le dirá  a otra persona nunca de tal forma.

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