sábado, 14 de marzo de 2015

ROPAS COLGANDO SU PROPIA AUSENCIA


Es falso que nadie muera en otra fecha que la suya. 
Existen personas que se hospedan en la casa cuyos muros cobijan su desamparo sin apercibirse que su autohipocresía les hará partícipes de su propio dolor. Llega un momento en que se les pone difícil hasta estar a la altura de ellos mismos y sus contradicciones. 
Extramuros del tiempo todo se apercibe con mayor nitidez. Se es convicto de los privativos errores, aquéllos que nunca se pensó siquiera les afectarían, porque los deseos nunca se transfigurarían en necesidades... Y se equivocaron (como la paloma del poema de Alberti...), y se transformaron en cómplices, confundiendo al responsable con el culpable, que sirve para no identificar a este último.
En el mundo del deseo, lo que más debe asustar está en la orilla porque, esencialmente, solo vivimos una parte de nuestra vida, tamaño S o XL, pero solamente una minúscula parte de ese espejo experto en apariciones que es la propia existencia. 
Irse vitalmente es siempre ajeno a los demás. Hay excesivos zombis caminando por nuestras aceras. Nos los tropezamos, les pedimos disculpas al sentir esa impresencia y son solamente ropas colgando su particular ausencia. 

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