lunes, 15 de agosto de 2011

EL QALB




En uno de los relatos que ARS nos deja en sus textos nos habla de que existe un término en lengua árabe, qalb, con una gran variedad de significados: centro, espíritu, alma, alteración, algo excitable, cambio perpetuo, transformación, etc. Pero qalb es más, porque no le proporciona separación al cuerpo del alma, y por lo tanto le da gran valor a la imaginación deseante. Algunos filósofos del deseo le han llamado incluso "el cuerpo sin órganos", que se une y desune a necesidad, sin depender de una conexión unívoca.




Y relaciona el qalb con el tambor, un instrumento muy usado por los músicos Gnawa ya citados en comentarios anteriores, y que son una especie de amalgama de antecedentes históricos y actuales en forma de jazz magrebí y subsahariano. Perciben y le rezan al alma que hay en todas las cosas que conforman sus existencia. Tras escuchar un recital de música gnawa es imposible no relacionar tambor, qalb y la ciudad del deseo. Ese instrumento que llevamos en el pecho late con el ritmo del deseo cuando el qalb lo ordena, cuando la razón de la sinrazón dirige su objetivo y provoca el erizamiento capilar, como la imagen de la lluvia la provoca en un estanque. Sentirlo ambos y caminar hacia ser el jardín de Mogador es el objetivo, siempre, buscar ese jardín aún impensado pero generoso a ser encontrado, y por fín dejar de ser innominado.




Mogador puede ser conocido de muchas formas. He conocido a personas a las que he enviado allí para saberse deseantes, encontrar ese destino interior que desconocían y que han encontrado.




Hay un proverbio de un sabio hindú que dice:




La vida es un desafío, afróntalo.




La vida es amor, compártelo.




La vida es un sueño, realízalo.




La vida es un juego, juégala.








Mogador y su esencia merece ser incluida en la forma de ser del humano, y más en estos momentos. Piénsenlo.

1 comentario:

  1. El corazón, junto con la mente, en verdad, es lo que nos mueve. Me gustaría oir música gnawa. La buscaré. Muchas gracias. Es un muy buen pedagogo del deseo.

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