lunes, 27 de diciembre de 2021


Aunque en poco se parecía la asombrosa imagen de una sabina derrotada por el viento al argano, esa planta milenaria del desierto que los científicos llaman "derrochadoras", como un buen día me contó ARS antes de insertarlo en su libro sobre el insomnio, al Sonámbulo le proporcionaba cierta sensación de placer.  En una de esas caminatas liberadoras, el Sonámbulo persistía en el misterio y deseaba alimentarse de esa simbiosis que le proporcionaría lo que el argano ejerce: hallar agua y frutos donde otros no los encuentran. Y es que su objetivo siempre había sido descubrir esas pequeñas islas de bondad, equilibrio y sobriedad dentro del lujo más desmesurado, así como momentos embriagados de sentidos descarnados. 
Recordó lo que aquel nativo de Mogador le dijo: "Aquí, cuando alguien muestra deseos desmesurados se dice simplemente que "las cabras se le montaron al argano".

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