sábado, 27 de abril de 2013

PANES SONÁMBULOS

El oficio de panadero es muy adecuado para aconsejar la forma de mejorar la vida amorosa del amanteamado; el de antes, claro, el tradicional, no el actual, todo industria, nada arte. Posiblemente tenga algo que ver también en la perfección de un buen deseante el desdén o falta de rigor en buscar la mejor harina, y no ir por la mejor agua, la mejor levadura y sobre todo el mejor fuego para hacer crecer un buen amor, un hipersentir deseo del que parece se adolece o se extraña cuando de él hablan algunos. 
El maestro panadero  está atento al calor que se crea en el interior del horno, a la circulación del aire entre sus panes aún no aptos para ser comidos, que están en trance de serlo. Dice que se mueve bien o que se estanca, y que le ha de dar o quitar calor, que nunca está en suspenso, jamás es estático, y que cuando piensa que lo es... se le quema y ha de tirarlo... Es por eso que los Sonámbulos están muy atentos al calor que se crea con sus amanteamadas, que da forma, elabora y permanece en ellas. Y aún más, en el enfriamiento del horno, que cuando lo hace de forma repentina la masa se quiebra y pierde su firmeza... como le sucede 
al maestro panadero. Dicen los expertos que los mejores panes son aquellos que tienen dos cocciones, una más rápida y decrecida, y otra que arrebata la caída levantando la masa hasta su perfecta cocción, más serena, más perfecta y notablemente sabrosa, únicamente valorada por los verdaderos expertos .

domingo, 21 de abril de 2013

TOCAR


¿Hasta qué punto es importante el tacto sobre la piel de los Sonámbulos...?, me preguntan.  
Tras meditar la respuesta, escrutar los recuerdos, descifrar los mensajes espontáneos que contribuyen a mi ya dilatada historia, les contesto que lean lo que ARS escribe en La mano de fuego al respecto. 

Para el Sonámbulo, sentir las yemas de los dedos de la amada, notar que la química de sus deseos superan cualquier barrera cutánea, le provoca ese brillo característico de la intoxicación amorosa. Nota celos del viento, enojo y hasta cierto temor de sí mismo, también,  queriendo detener el tiempo, congelar ese instante único en todas las ocasiones que lo experimenta...
En cierta forma le recuerda la emoción, casi alucinatoria, que le ocasiona el aroma del jazmín en el mes de abril en Sevilla, el desasosiego y turbación interior que le impide un reposo estable. 
El hipertocamiento se prodiga entre los que serán devotos de la casta, sintiendo lentamente esa embriaguez de quien no ha probado nunca.

domingo, 7 de abril de 2013

HOMBRE-AUSENCIA

Es cierto, la mujer hace el amor de otra forma. El amor le entra por la cabeza y baja luego por todo su cuerpo. Aunque siempre hay excepciones. Como la que me contó una amiga, que dice se le metió por otro sitio, sin que ella se apercibiera, se coló en su vida por entre las piernas al mar que abrió soñando un suicidio de amor. ¿Pensaba en La Storni?. Pero era la experiencia de un hombre-ausencia. ¿Se negaría a sus miradas, a sus exilios...?. Definitivamente fueron los latidos acelerados de su aliento quienes le dijeron de sus venidas y sus marchas. Pronto comprendió que sus presencias eran producto de sus frecuentes enamoramientos de hombres-ausencias, de tal vez una viciada verdad que funcionaba como un talismán para los huidizos tequiero, los mentirosos teadoro, las indescifrables sonrisas que acompañaban el encanto y las confidencias de su hipotética pareja.  Te alojé en la que ya no soy, le dijo un día, porque nos hemos viciado con un veneno sin salida digna. Seguiré diciéndome que ésta es la última vez que estoy contigo.
Y así fue como ella pasó a su historia, la propia, la que le acompañará en su último viaje... una sonámbula más.

miércoles, 3 de abril de 2013

SUEÑOS.




Soñar, es posible el verbo que más intensamente debiera acompañar al humano, hacerle sentir qué posee al amanteamado hasta límites que podrían llegar a ser pecaminosos. 
De tal manera leo en el Tratado culinario para mujeres tristes, del admirado Héctor Abad Faciolince que el muy sapiente Artemidoro sentenció que no hay fortuna más extraordinaria que la de soñar que se devora la carne humana, adueñándose así de las cualidades del contrario, que empleará en adelante sus virtudes. Más adelante da la receta de una manera de cocer la sopa para engendrar siempre buenos pensamientos y sueños placenteros. 
Sin embargo, en otro apartado del magnífico libro habla el autor que la única noche es la del desvelo, la noche pasada en blanco. No se guarda memoria de las noches dormidas. Así el amor: el más inolvidable es el que nunca fue. Y también para el insomnio comenta brebajes, pero asimismo asevera que unos te dormirán tanto (sin sueños y sin sueño), que será como morir. Con los otros no olvidarás, si los tomas, lo que quieres olvidar: lo olvidarás todo, augusto o disgustoso que haya sido.

Los sueños siempre debieran acompañar la vigilia, convertirla en nebulizantemente real, hasta el límite de no poder discernir cuándo es cuál. Solo entonces se viviría con esa dulce satisfacción de estar haciendo realidad nuestros sueños...