Hoy, día último de un año más, que a su vez es un año menos de todo, releo lo que escribí hace diez cuando abrí esta diminuta y silenciosa ventana hacia un mundo deseado de todo, hambriento de misterios, descubiertos y por descubrir. Decía entonces: "Desear ha hecho seguir viviendo a muchos corazones rotos, por el dolor, por la indiferencia o por el simple cansancio de vivir... Todo ser humano tiene un deseo. Saber encontrarlo es el objeto de la existencia.". El paso del tiempo apenas me ha desviado de aquel primer pensamiento en el que me confirma que el corazón humano es capaz de soportar todo: capaz de morir y seguir vivo; pero también de morir sin haber vivido nunca. El corazón humano, o mejor "un" corazón humano siempre acaba por comprender a otro si se esfuerza, si se hace realidad esa empatía de la que tanto hablan algunos como palabra recién aprendida y aprehendida del vocabulario wiquipédico pero que ignoran su profundo significado. Sin embargo, nuestro corazón tiene mucho de reloj, y no precisamente de reloj atómico, sino de arena: posee su tiempo, éso que nunca se consigue con dinero, aunque sea muchísimo. Desde que el reloj de la catedral de Núremberg, en el calvinismo, empezó a tocar los cuartos de hora, se ha dicho que el tiempo es oro...¿lo es...?. Quizá... lo ignoro, pero sí sé qué es más valioso que el oro o el diamante negro natural.
Me decía un día alguien muy sabio que crear tiempo es amor, es vida, es eternidad aunque solamente sea para uno mismo, porque éso es lo que hizo quien nos creó, fuera quien fuera. Pienso que quien solamente se ha dedicado a observar el tiempo, increíblemente nunca sabrá qué es realmente amar, desear ser deseado para anhelar ir hacia ese paraíso nostálgico al que posiblemente nunca se llegará, que nos da la vida y que nos la arrebata a sabiendas y que se transmite siempre de dentro afuera, como la paz, tanto la interior como la exterior.
Hoy, que solamente pensamos en nosotros mismos, en decir muchas veces yo con la ilusión de llegar a serlo, es bueno reservar un poco de humildad para ser otro, ése que nunca seremos y querríamos haber sido, como esos lugares inquietantes en los que ya no se lloran las desgracias porque no se piensan en ellas, porque se ignoran sus existencia, y seguir deseando, como dice ARS en uno de sus libros: "el tiempo en Mogador es otra entrada al cuerpo: un sexo abierto y profundo, una noche serena, profunda, un apetecible misterio, una aparición".
Recuerdo que en Mogador, el corazón es el instrumento más apreciado; nadie toca su propio corazón, sino el de los otros: ley elemental de la música mogadoriana del deseo. Y por eso es un instrumento que se toca en parejas.
El deseo, en ocasiones, se deja ver sin ser visto por el contrario... o sí. Y se atreve a ser inoportuno... o no. Son cosas del deseo mogadoriano, que al llegar a pensar en ser sexual se produce un salto extraño en la mente y por lo tanto en el gesto y en el lenguaje, que enmudece, transmutándose en visible lo invisible. Posiblemente por ello, las miradas mogadorianas son tan importantes entre los integrantes de la casta de los Sonámbulos, ese grupo especial de deseantes crónicos que caminan por el mundo y que solamente se distinguen por la forma de... "mirar con aire", como solamente saben hacerlo ellas y que nosotros, las más de las veces todavía no hemos llegado a aprender, a descifrar, a comprender esos algoritmos que seducen y desafían impunemente.
Diez años tras la primera entrega de estas pseudoreflexiones, sigue presente la pseudoadolescencia parcialmente mental de aquél que se preguntaba si sabía la lluvia detenerse a tiempo o si lo imprescindible es precisamente lo que nos destroza; si viene o no viene, o si viene con exceso; o si vino y se fue, que es aún peor. Posiblemente sea momento de ir dejando pasar el tiempo para partir en silencio, sin gemidos de viento que aislen más todavía................o no......
Diez años tras la primera entrega de estas pseudoreflexiones, sigue presente la pseudoadolescencia parcialmente mental de aquél que se preguntaba si sabía la lluvia detenerse a tiempo o si lo imprescindible es precisamente lo que nos destroza; si viene o no viene, o si viene con exceso; o si vino y se fue, que es aún peor. Posiblemente sea momento de ir dejando pasar el tiempo para partir en silencio, sin gemidos de viento que aislen más todavía................o no......