Existen ocasiones en las que la conciencia hace black out, se muta en imágenes ni siquiera imaginadas. Es entones cuando hace aparición el arte fisiognómico andante, un tipo de habilidad que hay que descubrir tempranamente, pues solo la experiencia guía sin tropiezos por el conocimiento de gente a través del movimiento de su cuerpo. Ya he hablado en alguna ocasión que el modo de caminar habla de la persona que lo utiliza, sobre todo si es del sexo femenino, desconociendo que su cerebro es quien guía esos pasos gobernados por el arco sospechoso que forman las piernas, sus glúteos y su espalda mediante pasos rítmicos o descompasados que caracterizan la personalidad de quien va unos metros por delante de quien observa. Es curioso que su pelo, incluso su vestimenta (disculpe Alfonso X el Sabio quien en su Partida Segunda escribe "vestiduras facen mucho conoscer a las muyeres o los homes por nobles o viles") no transmite gran información al voyeur temperamental, como tampoco su forma de ir peinada o descompuesta. La desnudez que genera la marcha es imposible camuflarla con otros aderezos o complementos ya sean físicos o llenos de corporeidad.
Ese espacio onírico del que hablé al principio se me hace símil con el rito del sosiego: dos sillas y una mesa, un paté de hígado de oca, tostadas de pan fresco, una botella helada de vino de Sauternes, y frente a tí la cara de la persona que te provoca calma. El paté recuerda que somos carne, el pan que somos naturaleza, que hemos crecido del suelo, y el espíritu del vino de Sauternes aviva lo que se olvida: la posibilidad de unir dos pensamientos.
Dicen que la vida da muchas vueltas. Lo trascendental es perderse, aunque sea desde un paseo o salivando lo que se desea.
Calma, sosiego, tranquilidad... sin esos aditamentos es imposible gozar de una experiencia como tal, ya sea lujuriosa o simplemente vital. Probablemente deban de cumplirse unas décadas para saber saborear placeres que cuando se es joven parecen ser tediosos o prescindibles.
ResponderEliminarNo solamente la forma de caminar nos define , también lo que sentimos lo hace, ya que a veces caminamos según cómo nos sentimos por dentro . Tendríamos que observar a menudo la forma de caminar de esa persona para poder definirla más ampliamente .
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. En el Diccionario de los pasos caminantes existe un apartado que habla de cómo los sentimientos influyen en la forma y medida del paso, de cómo el caminar es embriagado por la mente y el pensamiento. Yo añadiría aún más, me atrevería a comentar que cuando alguien no camina, tiende al sedentarismo, es que su mente tampoco genera ideas ni sensaciones, pretensiones o deseos...
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