jueves, 10 de octubre de 2019

ESTÓICOS Y EPICÚREOS


Se tiende a minusvalorar lo que no se comprende. Es un mecanismo de defensa. De lo contrario, se quedaría en evidencia. Por eso no es de extrañar la negatividad a sentir deseos, aún sabiendo que es una actividad de alto riesgo. Las filosofías orientales lo saben muy bien, y por ello construyen su camino hacia la felicidad por medio de la supresión del deseo. Sin deseo, afirman, no existe frustración ni sufrimiento. Es la antigua ataraxia (ausencia de turbación) de los filósofos estóicos y epicúreos. Las pasiones y los deseos, sostenían, nos llenan de dolor. La única dicha para por enfriarlas y apagarlos.
Reconozco que este tipo de orientación no va conmigo, soy preso de un occidente que siente el deseo como fuente de vida, como escritura que juega con el tiempo, compañía de lo que puede ser existente.  En cambio, lo contrario me parece la paz del cementerio, inútil, vacío, sin existencia, idioma sin contertulio. Lo que sí es comprensible es que el propio deseo posea su proporcionada cuota de frustración que hay que aprender a digerir, que no nos debilita, por el contrario, nos fortalece para el siguiente envite que esperamos con inquietud..contenida las menos veces.
Siempre el deseo es belleza...y hay bellezas que no se quitan ni con la ducha...

1 comentario:

  1. Me encanta como escribes y lo que dices. Pienso como tú.

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