Existen palabras cuyo interior es difícil de traducir, indescriptiblemente complicadas de explicar a otros que no seamos nosotros mismos, revelar cómo fue que se deslizaron entre nuestras neuronas hasta hacerse un hueco desde donde ya ni siquiera nombrarlas fuera imaginable porque se habían hecho imprescindibles y sin embargo con el paso del tiempo se entienden con dificultad. Me recuerda algo que leí:
- Espera, no te vayas aún...necesito más tiempo...
-¿Tiempo ?!...¿Para qué?
-Para dejarte de amar...
También.
También.
Observo un sacacorchos sobre la mesa y me da mucho que pensar. Se introduce con su función extractora en la atmósfera de un líquido aromático de ni se sabe cuánto tiempo en compás de espera sin pedir permiso, y obtiene toda su esencia para ser consumida en escaso tiempo, nunca más regrese a sus orígenes y se funda palatinamente provocando una sinfonía de reflejos sentidos. Es como la experiencia, que le dice más el pasado que el futuro, que si no se utiliza nunca se descubrirá su opción, su posibilidad.. De ahí que siempre sea una palabra cuyo porcentaje de acierto nunca cotice ni lo hará en el IBEX 35.
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