Una mancha oscura sobre una página de un libro, posiblemente té, un bolígrafo con una tinta ya inimaginativa, un reloj que se detuvo en un momento decisivamente inconexo del trozo de la vida del Sonámbulo son los objetos que se ven encima de la mesa, los que hablan de pérdidas definitivas, como todas, porque nunca ya es igual a siempre. Y es en ellos en donde busca a contraluz las huellas digitales, más permanentes y ciertas que las miradas y las caricias, rudimentarias y en ocasiones desafinadas, menos persistentes pero más intensas. Es, como todo en la vida...vida y deseo.
Las pérdidas, a veces, no son inevitables, ¿no crees?
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