En Mogador, siempre es la hora en que los amantesamados se encuentran y se cuentan las historias cual si fueran halaiquiíes relatando sus nueve historias.
Se dicen lo que su interior desea, aquello diverso y convulso, cíclico y plano, primitivo y siempre pasional. Puede que sea en ocasiones ligeramente incierto o solamente hiperbólico y exagerado, pero al menos en un instante... verdadero. Se miran sedientos presionando sus amuletos de la suerte para que el reloj se descomponga y se ausente el tiempo obsesivo , tenaz en anular esperanzas y certezas.
Jassiba espera escuchar esas historias porque ella es parte del deseo, como él es la otra parte del deseo.
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