Mi admirado Antonio publicó un poema hace ya trece años, al que siempre vuelvo, a sentirlo, a recordar acercarlo a quien precisa aliento o sosiego:
Puede el amante
dejar de amar, pero ay, amará siempre
el tiempo en el que amó:
cuando, al amanecer,
cabía el mundo entero
dentro de una mirada;
cuando el amanecer rompió a cantar
lo que no se sentía con fuerza de decir.
(Poemas de amor. Editorial Planeta)
Hoy pienso en amigos que están pasando o lo han sufrido episodios como el descrito citado arriba. El desamor no siempre ha de obligar al paso del odio, la desaforada crítica siempre destructiva. Saborear lo que se tuvo y se gozó, debiera amortiguar cualquier dolor del alma, sin embargo es casi imposible conseguirlo. Siempre en el desamor hay alguien que puso más en el plato de la balanza, alguien que hincó más el diente en la manzana, alguien que dejó de lado más su vida por la del otro...
Si todo amor conduce a un cierto desamor... aunque no exista abandono, aunque se mantenga la unión por toda una vida, ¿por qué no se valora cuando se posee, cuando el deseo llena la existencia... se preguntan Los Sonámbulos?
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