Me contaron un cuento que decía así:
Una mujer estaba sentada al borde del camino, cerca de la entrada a la ciudad. Un viajero se le acercó y le preguntó:
-Dígame, buena mujer... ¿cómo es esta ciudad?.
-¿Cómo es la ciudad de donde viene?- le preguntó ella.
-No es demasiado interesante. Es una ciudad, más bien triste, con gente desagradable. Ayer decidí marcharme y busco un lugar mejor.
-Lo siento mucho -le contestó la mujer-. Esta ciudad donde entrará es idéntica a la suya.
El viajero se fue cabizbajo.
Después de un tiempo, un nuevo viajero se acercó a la mujer y le hizo la misma pregunta:
-¿Cómo es esta ciudad, señora?.
-¿Cómo es la ciudad de donde viene?. - le preguntó la mujer.
-¡Ah...! es una buena ciudad y muy interesante. Allí encontré buenos amigos y desarrollé grandes proyectos. Es una ciudad excelente para vivir. Sin embargo, me fui para conocer lugares nuevos y así seguir aprendiendo.
-¡Está usted de enhorabuena, señor!- le contestó la mujer-. Esta ciudad es idéntica a la suya.
Todo lo que nos importa, todo lo que deseamos, la mayor parte de las veces, camina con nosotros, en nuestro interior, sin hacernos sentir que está ahí. Las llamamos ilusiones, proyectos o simplemente sensaciones. Lo desesperante es que tengan que desaparecer para sentir que las necesitábamos.
Viajar, cambiar de hábitos, ayuda a conocernos, a aprender de nuestras carencias y a crecer dentro, muy dentro de nosotros...
No hay comentarios:
Publicar un comentario