Todo humano desea ser acogido con calma, como lo fue la creación de Mogador por marinos deseosos de un puerto que los recibiera con calma. También se dice que fueron caravaneros que cruzan el Sahara anhelando también un lugar de arribo y temporal recogimiento.
El ser humano necesita encontrarse consigo mismo, con su eterno pasado y con su potencial porvenir. Hace años nos sorprendían las "huídas" de aquellos hippies que se conducían a India en busca de su autoconocimiento. Hoy son sesudos ejecutivos en haciendas alejadas de la ciudad, quienes intentan por todos los medios acercarse al nirvana por el que deseperan y del que huyeron en pos de dinero y fama. ¿Son yuppies fracasados y recuperados para la existencia o es simplemente un espejismo almibarado?.
Lo que sí es cierto es que los de la casta de los Sonámbulos crecen en número, y que su concepto existencial es progresivamente seguido por más adeptos que han encontrado esa luz de la que ARS comenta en sus escritos, esencialmente en Nueve veces el asombro, donde relata que Mogador, al mirarla, es imposible no apasionarse por ella, y de paso enamorarse de la persona que se tiene al lado.
De alguna manera, Mogador deja una huella indeleble. Nadie va a ella de paso... Dicen que una lengua antigua traduce su nombre como "lugar donde aparece el destino", donde se hace visible de pronto el sentido de la vida, porque toma el cuerpo de un deseo ardiente por una persona.
Las mujeres mogadorianas se caligrafían sobre el pubis el incendio que ha consumido o transformado suss vidas amorosas. Ellas están tras la llama... son la llama.
Los Sonámbulos hace siglos que viajan por otras tierras salpicando sus fijaciones hipnóticas, contagiando con su mirada otras conciencias, salvando mentes de vacíos existenciales.
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